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 miércoles, 21 de septiembre de 2005  
Memoria y justicia. Tenía 96 años y fue una pesadilla para genocidas prófugos. Su lema: "No hay pecado más grande que el olvido"
Murió Simón Wiesenthal, cazador de nazis y conciencia del Holocausto
Sobreviviente de los campos de concentración, dedicó su vida a ubicar y capturar a más de 1.100 criminales de guerra

Viena. - Simón Wiesenthal, el veterano cazador de nazis que ayudó a llevar a juicio a más de 1.100 criminales de guerra y luchó por mantener viva la memoria de los seis millones de judíos asesinados en el Holocausto, murió en Viena a los 96 años. Su lema era: "No existe pecado más grande que el olvido". También dijo una vez: "Mi trabajo es advertirles a los asesinos de mañana que nunca descansarán tranquilos". "Wiesenthal era la conciencia del Holocausto", dijo ayer en un comunicado el centro que lleva su nombre.

Wiesenthal, sobreviviente de los campos de concentración, donde perdió 89 familiares, alcanzó quizás su máximo logro cuando descubrió en Argentina a Adolf Eichmann, el jerarca nazi encargado de llevar adelante el programa genocida de Adolf Hitler contra el pueblo judío (ver pág. 20).

Wiesenthal murió ayer por la mañana mientras dormía en su departamento de Viena, según relató el rabino Marvin Hier, decano del Centro Simón Wiesenthal en Los Angeles. Su funeral se llevará a cabo hoy en la capital austríaca y luego será enterrado en Israel.

"Simón Wiesenthal actuó para hacer justicia con aquellos que habían escapado de la justicia", afirmó el portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores de Israel, Mark Regev. "Al hacerlo, fue la voz de seis millones de personas", agregó en referencia a las víctimas del Holocausto.

En total, se estima que los nazis mataron al menos a 11 millones de civiles, incluyendo a seis millones de judíos, durante la Segunda Guerra Mundial, principalmente en Europa central y del este.


La misión continúa
El Centro Wiesenthal todavía investiga a unos 1.200 casos de criminales de guerra nazis que se sospecha siguen con vida dispersos en 16 países, incluyendo Austria, España y Croacia. "La misión personal de Wiesenthal terminó, hay otros que continuarán su trabajo", dijo a una emisora radial Efraim Zuroff, director del Centro Simón Wiesenthal en Israel.

Wiesenthal, nacido en 1908 en Ucrania, viajó por el mundo hasta ser muy mayor, dictando conferencias sobre el Holocausto y como director del Centro de Documentación Judía en Viena, recolectando información sobre el paradero de ex nazis. Sostenía que su motivación no era la venganza, sino la justicia. "Soy alguien que busca justicia, no revancha", decía. "Mi trabajo es advertir a los asesinos de mañana que nunca descansarán tranquilos", afirmó una vez.

Su lema favorito era: "¡No existe pecado más grande que el olvido!". También decía que durante su tarea de más de medio siglo jamás olvidó "ni una de las caras de los torturadores".

"Simón Wiesenthal era la conciencia del Holocausto", afirmó en un comunicado difundido en el sitio de Internet el Centro que lleva su nombre.

El presidente alemán, Horst Koehler, rindió tributo a Wiesenthal. "Fue uno de los principales contribuyentes al esclarecimiento de los crímenes de los nazis. También hizo que sea más fácil para Alemania mirar hacia el futuro", dijo. Javier Solana, titular de Exteriores de la Unión Europea, lo consideró un "europeo ejemplar".

Wiesenthal fue detenido por los nazis en Lvov, en Ucrania, en 1941 y obligado a trabajar en las vías del ferrocarril. Después de pasar por varios campos de concentración, terminó en Mauthausen, cerca de Linz, en Austria, campo liberado por soldados estadounidenses el 5 de mayo de 1945. Pesaba en ese momento 45 kilos y no tenía fuerzas para alzarse de la cama. Ochenta y nueve miembros de su familia murieron durante el Holocausto, pero Wiesenthal logró reencontrarse con su mujer, Cyla, quien pudo escaparse de un campo de exterminio en 1942 simulando ser polaca. Poco antes de la guerra, el le había conseguido los documentos falsos que le salvaron la vida.

Wiesenthal declaró que comenzó a memorizar los nombres de los nazis que operaban el campo de concentración durante su cautiverio. Antes de la guerra, era el titular de un estudio de arquitectura. El Holocausto cambió totalmente sus planes de vida. Luego de la guerra trabajó en la Oficina de Crímenes de Guerra del ejército de Estados Unidos, lo que marcó el inicio de una misión que duraría seis décadas. Wiesenthal dijo que sobrevivir fue un privilegio que lo comprometió a luchar por la justicia.

Desde la posguerra, Wiesenthal trabajó en Viena, reuniendo documentación sobre los jerarcas nazis. En 1961 abrió el Centro de Documentación Judía en Viena que, ayudado por oficinas en todo el mundo y por una red de ex detenidos en campos de concentración, se dedicó a rastrear nazis que escaparon de la justicia.

Entre los éxitos más notables, además del ya citado de Eichmann, a Wiesenthal y su centro deben atribuirse los arrestos del policía vienés Karl Silberbauer en 1963, que había hecho detener en Amsterdam a Anna Frank, o el descubrimiento del comandante del campo de Treblinka, Franz Stangl, en 1967 en Brasil. Pero siempre lamentó no haber podido capturar al infame Joseph Mengele, el médico que experimentó con niños en Auschwitz.


El mandato de las víctimas
Para Wiesenthal, esta tarea suponía la "ejecución de lo dispuesto en el testamento" de una joven judía que antes de su asesinato en un campo de concentración había escrito en su diario: "¡No nos olviden y no olviden a nuestros asesinos!"

El abarrotado centro de documentación de Wiesenthal, donde abrió 6.000 actas sobre presuntos criminales de guerra y elaboró una lista completa de mandos de las SS con 90.000 nombres, se encuentra en el centro de Viena, precisamente donde se situaba el cuartel general de la Gestapo en Austria. Wiesenthal investigó personalmente un total de 3.000 casos y facilitó información desde Viena a servicios secretos y gobiernos. Estos, sin embargo -tal y como lamentó el propio Wiesenthal-, no siempre actuaron, sobre todo durante la Guerra Fría.

El hecho de que un hombre como Wiesenthal se ganara enemigos por su trabajo y provocara conflictos era algo inevitable. Es conocido su enfrentamiento con el canciller socialdemócrata austríaco Bruno Kreisky, también de origen judío. El político amenazó con perseguir legalmente e incluso "expatriar" a Wiesenthal, cuando el cazador de nazis presentó documentos según los cuales varios políticos socialdemócratas contaban con un pasado nazi. Kreisky llamó públicamente "Nestbeschmutzer" (alguien que ensucia su propio nido) y "moralista inútil" a Wiesenthal. En 1982 explotó frente a la casa de Wiesenthal una bomba que habían colocado los neonazis. Evidentemente, Wiesenthal era un revulsivo para una sociedad como la austríaca, proclive a minimizar su papel en el régimen nazi.
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Wiesenthal ayudó a llevar a juicio a 1.100 criminales de guerra.

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