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domingo,
28 de
agosto de
2005 |
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Charlas en el Café del Bajo
-" Nunca sabrás quiénes son tus amigos hasta que caigas en la desgracia", decía Ovidio y ciertamente que es así. Cuando el mar está calmo una suave brisa basta para impulsar la nave de la amistad mientras la tripulación disfruta del poco esfuerzo, pero cuando las corrientes son adversas o la tempestad arrecia, entonces hace falta fuerza, empeño y compromiso conjunto para que el navío no sólo se mantenga a flote sino que avance. En tales casos no son aceptables los temores, desconfianzas y mucho menos mezquindades y egoísmos. En la desgracia, y recordando a Jacinto Benavente, "el único egoísmo aceptable es el de procurar que todos estén bien para estar uno mejor".
-Por eso, mi querido Candi, la amistad, la verdadera amistad, es un vínculo nada fácil de lograr. Una amistad no puede basarse sino en el amor genuino y puro, y digo genuino y puro porque en muchos casos, aun cuando el sentimiento del amor está presente, se mancha con otros tales como el excesivo amor propio, el egoísmo o los miedos. Cuando las cosas marchan bien estas impurezas no se notan, pero cuando una de las partes cae y necesita de la otra entonces aparecen y se advierte que la amistad flaquea porque el sentimiento no era demasiado puro, estaba debilitado por la mezcla. Y ya que recordamos palabras de antiguos pensadores conviene recordar a Isócrates: "Probamos el oro en el fuego, distinguimos a nuestros amigos en la adversidad".
-Hace unos días, durante una disertación, contaba un rabino la historia de un hombre rico que de pronto y por los vaivenes propios de la economía argentina, se vio en la más absoluta pobreza. Entonces comenzó a advertir que muchos de los que decían ser sus amigos tomaron distancia de él y hasta hubo algunos que, haciéndose los distraídos, a veces ni lo saludaban. No sólo angustiado, sino indignado, el señor en cuestión un buen día detuvo a uno de éstos y le dijo: "Podés saludarme, no temas, porque la pobreza no es contagiosa". A tales niveles llega en ocasiones la pseudo amistad.
-Ahora bien, Inocencio, ¿qué cosa es la amistad? El diccionario de la Real Academia dice: "afecto personal, puro y desinteresado, compartido con otra persona, que nace y se fortalece con el trato". La amistad reposa sobre el sentimiento puro y sobre el desinterés. ¿Pero qué implica el desinterés en realidad? Implica la disposición de ambas partes de no mantener el vínculo con miras a un provecho propio, pero implica también el compromiso inquebrantable de que no prime el interés del uno por sobre el interés del otro. ¿Cómo se entiende esto? Veámoslo con un ejemplo práctico y simple: el señor de la historia rabínica queda en bancarrota y, apenas conocido el lamentable suceso por parte de su amigo, éste corre y, sin aguardar el pedido de auxilio del empobrecido tipo, le oferta la ayuda económica necesaria para su eventual sustento. Y no sólo eso, sino que como no nada en la abundancia se priva de algunas satisfacciones para socorrer al atribulado amigo hasta tanto pase el difícil trance. Este es un ejemplo de desinterés en sí mismo en aras del interés del prójimo. Unicamente por semejante actitud se puede llegar a la interpretación posible de amistad. Ahora bien, supongamos que el amigo no sólo que no corre en auxilio del venido a menos, sino que cuando recibe de éste el pedido de ayuda le responde con un: "Lo lamento, no puedo" (aunque se sabe que puede) ¿Cuál debería ser la reacción del decepcionado, del desairado?
-En mi opinión, si fue sincero en su sentimiento, si prodigó una pura amistad, no debería tener en consideración la mezquina actitud y estar dispuesto, si se diera el caso, a ayudar al otro en cuanto le fuera posible. En una carta a Elisabeth de Bohemia, Descartes dice lo siguiente sobre las buenas almas: "Cuando ven a sus amigos en cualquier gran aflicción se compadecen de su mal y hacen lo posible por librarlos de él; y, si es menester, no temen exponerse a la muerte. Pero, sin embargo, el testimonio que les da su conciencia de que con esto cumplen con su deber y hacen una acción loable y virtuosa les alegra más de lo que les abruma toda la tristeza..."
-Así es, en efecto, pues si fuera de otro modo, si se alejara del amigo por la decepción dejaría en evidencia que también actuó por interés, por el interés de haber mantenido la amistad en la creencia de que había encontrado en el otro a un ser cuasi perfecto. Hasta mañana, si Dios quiere.
Candi II
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"Se agotó la práctica del corte permanente"
Alberto Fernández
Jefe de Gabinete
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