| domingo, 12 de diciembre de 2004 | Sobre una biografía no autorizada A través de un conjunto de documentos, fotografías, pinturas, postales y objetos la muestra "Ciudad sin bordes" presenta en el Museo de la Ciudad una "biografía no autorizada" de Rosario, desde los tiempos previos a la radicación de los primeros pobladores hasta la actualidad.
"Si bien trabajamos con el guión de un historiador, no podemos decir que la muestra sea una historia oficial. Es, en cambio, una mirada, una narración libre. Como en un juego, estamos diciendo «estos son los elementos que encontramos para narrar, no son exactamente los que necesitábamos sino los que encontramos»", explica Raúl D´Amelio.
El primer capítulo de la muestra, "Tierra de infieles", exhibe piezas arqueológicas de aborígenes que habitaron las tierras que serían el sitio de la ciudad y las primeras representaciones que los viajeros europeos elaboraron sobre estas tierras, a través de las crónicas de Ulrico Schmidl, miembro de la expedición de Pedro de Mendoza.
Un segundo momento de la historia está relatado a través de una maqueta donde se localizan las primeras construcciones, una esquela de Manuel Belgrano y una estatuilla de San Francisco que perteneció al sacerdote que bendijo la bandera. En la misma sala se hallan fotografías de G. H. Alfeld, "el primer fotógrafo cronista de la ciudad", según D´Amelio. Las imágenes, tomadas en 1866, muestran la calle Córdoba, la tienda La Bola de Oro y pasajes de una ciudad que todavía no contaba con pavimento.
En el ingreso a la tercer sala de exposición hay una selección de fotos del puerto y el ferrocarril. La ciudad constituida aparece luego a través de una contraposición entre las pinturas que realizó Salvador Zaino en los primeros años del siglo XX y donde retrató la plaza 25 de Mayo, la barranca de la zona céntrica, la bajada Sargento Cabral y la plaza Santos Dumont, entre otros sitios, y una serie de postales que muestran imágenes de Rosario entre 1910 y 1920.
Otra serie de fotos abre la sección "Encuentro social". Los obreros de la antigua Refinería de Azúcar posan con evidentes signos de cansancio, los alumnos de la Escuela de Jardinería (cuyas instalaciones son las que hoy ocupa el Museo) se reúnen en otra imagen y un repartidor de la empresa Sánchez y Alonso detiene su marcha para dejarse retratar para la posteridad. La muestra termina con las colecciones más importantes que alberga el Museo, la farmacia Dinamarca y el almacén y bar Soberón. enviar nota por e-mail | | |