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 sábado, 28 de agosto de 2004

Reflexiones
Del Valle Iberlucea, el primer senador socialista de América

Silvia Augsburger (*)

Tal vez muy pocos rosarinos conozcan que en el cementerio El Salvador están sepultados los restos de Enrique del Valle Iberlucea, quien fue el primer senador socialista de Argentina y América. A 83 años de su fallecimiento -murió el 30 de agosto de 1921- vale la pena hacer un alto para recordar y rendir homenaje a aquel gran hombre de la política argentina que supo abrir camino para que las ideas del socialismo empezaran a brotar de este lado del Atlántico.

Nació el 8 de abril de 1877 en el pueblo español de Castro Urdiales, pero pasó los primeros años de su vida en nuestra ciudad, a la que arribó junto a su familia cuando tenía ocho años. Defensor incansable de la libertad y la dignidad de los trabajadores, precursor de nuestra legislación social y de la promoción de los derechos de la mujer, catedrático, escritor y reportero, accedió a su banca de senador por el voto democrático de la ciudad de Buenos Aires, en las elecciones del 7 de marzo de 1913.

A los 17 años Del Valle Iberlucea empezó a abrazar el periodismo como redactor del Diario La Capital, oficio que luego continuó ejerciendo en Buenos Aires. En esa ciudad se radicó durante su juventud y allí cursó sus estudios universitarios en la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales, doctorándose en jurisprudencia con diploma de honor en 1902, año en el que adquirió su carta de ciudadanía argentina.

Fue docente secundario y universitario, profesor del Colegio Nacional de Buenos Aires y también dictó cátedra en la Facultad de Derecho y Filosofía y Letras de la Universidad de La Plata, de la que fue secretario desde su creación hasta 1913. Su participación política activa y consecuente en defensa de los trabajadores lo impulsó a luchar contra la ley de residencia, dictada por el régimen a principios del siglo XX. A partir de la publicación de diversos escritos sobre el divorcio y la emancipación de la mujer, el Centro Socialista Femenino lo invitó a integrarse a las filas del Partido Socialista, en el que participó con tesón hasta que murió, a la edad de 44 años.

Como respuesta a su tenacidad y a la firmeza con que sostenía sus ideales, también fue odiado profundamente por los sectores reaccionarios, quienes el 25 de junio de 1921 lograron expulsarlo del Senado, a pesar de la defensa vehemente que hiciera su admirador político Joaquín V. Gozález.

Sus restos se encuentran en la ciudad desde 1935, año en que fue inhumado en el cementerio El Salvador. La importancia de su figura como político, jurista, docente y legislador hace necesario que la ciudad en que transcurrió sus primeros años le brinde un justo homenaje.

"La vida de Del Valle Iberlucea es de aquellas que pueden servir de ejemplo a la humanidad por compendiar valores de carácter, entereza moral y definida posición idealista". Con esta frase, en una publicación de 10.000 ejemplares distribuida en las agrupaciones obreras, políticas, culturales, y sindicales de todo el país, el Ateneo Popular le rendía homenaje en 1933.

El próximo lunes 30 de agosto, al cumplirse un nuevo aniversario de su fallecimiento de acuerdo a lo dispuesto por el Honorable Concejo Municipal mediante decreto 22.829, Rosario, le rendirá homenaje, haciendo su aporte a la memoria colectiva al reconocer y conmemorar a este prestigioso intelectual, apasionado luchador por las causas justas, pensador e ideólogo de avanzada y ejemplo cabal de militancia socialista en su corta pero fructífera vida.

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