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 sábado, 28 de agosto de 2004

Los desocupados de 50 a 60 años reclaman leyes que los contengan
"Somos económicamente nulos: viejos para trabajar y jóvenes para jubilarnos"
El próximo miércoles se reunirán en Tucumán al 1300

Carina Bazzoni / La Capital

Son varones y mujeres, operarios, técnicos o profesionales. Trabajaban en empresas que se privatizaron, se fusionaron o cerraron y quedaron en la calle justo cuando pasaban los 50. Una edad que los vuelve, según sus palabras, "económicamente nulos", es decir, "viejos para conseguir un empleo y jóvenes para jubilarnos". Pero no se quedaron de brazos cruzados, en marzo comenzaron a juntarse, formaron la filial local de la Asociación 50 a 60 y empezaron a fogonear proyectos de ley que los contengan. El jueves pasado, el Concejo Municipal aprobó una declaración de apoyo a su lucha y están preparando una gran reunión en el Centro Cultural La Toma, de Tucumán al 1300.

"Hay gente que está en nuestra situación y no puede ni abandonar la cama por la depresión que tiene. Para nosotros esta es una forma de seguir para adelante", dicen Ernesto Sosa y Alberto San Dámaso, dos de los integrantes de la filial rosarina de la Agrupación 50 a 60.

Sosa empezó a trabajar a los 14, hoy tiene 63 y más de 30 años de aportes. Es técnico mecánico y ocupó distintos puestos en Pasa Petroquímica, Viñedos Argentina y Frigorífico Rafaela. Pero quedó desempleado en agosto del 98, no volvió a conseguir trabajo y tampoco pudo jubilarse, ya que la ley vigente exige un piso de edad de 65 años para los varones.

A San Dámaso le pasó más o menos lo mismo. Tiene 58 años y quedó en la calle hace 3, después de trabajar como responsable de control de calidad en Pepsi y como técnico de venta de productos químicos para limpieza y desinfección de industrias en una firma multinacional que se fusionó y despidió a un gran porcentaje de sus empleados.

Los dos hombres saben que sus historias "son sólo dos pequeñas muestras" de un universo que se repite por miles. De acuerdo al último censo, sólo en Rosario hay casi 31 mil personas de 45 a 54 años que están desocupadas, y de éstas sólo 4 mil reciben jubilación o pensión.


Convertidos en "el último jarrón"
"Quedarte sin trabajo a esta edad te origina muchos trastornos -asegura Sosa y asiente San Dámaso-. De golpe un despido o un retiro voluntario te convierte en el peor jarrón que puede estar en tu casa en el medio del living. Vienen los problemas domésticos, generalmente originados en lo económico, la exclusión social, porque no se puede participar de fiestas, reuniones o salidas, y la imposibilidad de proyectar nada, a veces, ni siquiera qué comer al día siguiente".

Cuando los dos comenzaron a trabajar podían jubilarse a los 55 años. Después les fueron corriendo la meta: primero a los 60, y durante el último gobierno de Carlos Menem, a los 65. Y quedaron fuera de carrera.

Ahora, para reinsertarse en el mercado laboral les sobra voluntad, experiencia y conocimientos. "Pero también edad, si mandás un currículum no te llaman, no pasás ni una entrevista. Todos los trabajos que podés conseguir son pijoteos, changas. Nada más", aseguran.

Además de sus pesares, a los dos hombres los unen tres objetivos que son las banderas de la Agrupación 50 a 60: que quienes quedaron desempleados como producto de la crisis económica y hayan completado sus aportes puedan jubilarse aunque no tengan edad, que los desocupados mayores de 65 años que no junten el mínimo de aportes reciban un beneficio proporcional a los años que aportaron al sistema, y que se aprueben ventajas impositivas a las empresas que empleen a personas mayores de 50 años.

Con este reclamo, llegaron hasta la Cámara de Diputados de la Nación, donde lograron que la Comisión de Previsión y Seguridad social consensúe un borrador que contempla sus pedidos. "Pero los tiempos legislativos son muy lentos, falta voluntad política", se queja Sosa y pide "un decreto que nos socorra".

Es que las urgencias son muchas: "No tenemos cobertura médica, no podemos acceder a planes sociales porque nuestros hijos son grandes, no podemos pagar los impuestos y estamos peor que los del corralito porque también tienen atrapado un dinero que es nuestro y que juntamos día a día", advierte.

San Dámaso completa con un análisis de clases. "No somos ni de la categoría de las cacerolas, ni vamos a salir a cortar calles ni quemar gomas como los piqueteros porque no sabemos hacerlo. Pero nuestra situación es muy fea, y realmente hay gente que está pasando por circunstancias malísimas".

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A San Dámaso y Sosa les sobra voluntad de trabajo.

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