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 sábado, 21 de agosto de 2004

Crecimiento y dudas

Los datos de la economía continúan dando margen para el optimismo en la Argentina, si bien ya no parece responsable sostener el discurso eufórico que solían esgrimir hasta el presente ciertos funcionarios. De algo no pueden caber dudas: el rumbo del modelo es acertado. Producción nacional y revalorización de la cultura del trabajo por sobre la del consumo son dos ejes que no deben bajo ningún concepto modificarse si lo que se pretende es extraer al país del pantano en que terminó de hundirse en la década del noventa, aunque las raíces del mal deban buscarse en la dictadura. Pero, por otra parte, son demasiados los condicionamientos externos -léase default y consecuente presión de los acreedores- y los problemas internos -muchas veces generados por la torpeza política- como para aspirar a que el camino de la recuperación sea recorrido sin dificultades.

Anteayer se divulgaron los índices que miden la actividad industrial. Los números dejaron un sabor agridulce, ya que por un lado se produjo un 10% de aumento en la variación interanual y por el otro se registró un 0,2% de caída en el mes de julio en relación con junio, lo que fue interpretado por muchos analistas como el punto de partida de un "amesetamiento" económico que sin embargo el gobierno descartó de plano.

Lo concreto es que hasta las automotrices -hasta ahora, el sector líder del proceso de crecimiento- experimentaron una caída intermensual, que en este caso además fue la más pronunciada de todas, un 5,2%. Y también químicas y metalmecánicas sufrieron un retroceso el mes pasado. Al respecto no puede negarse el influjo de la crisis energética, tal como lo reconoció el presidente del Banco Central, Alfonso Prat-Gay, quien también aludió a la incidencia de la recaudación tributaria, que de acuerdo con su criterio "absorbió mucha liquidez" y aplanó, de tal manera, el crecimiento.

Pero tanto este funcionario como el ministro Lavagna coincidieron en el pronóstico positivo para el segundo semestre, para el cual prevén un avance del 0,6% por mes. Como se ve, ya no se cree que el ascenso se realice -tal cual lo asegura una conocida metáfora económica- por el ascensor, sino que a partir de ahora se concretaría por la escalera.

Esto era lo que se esperaba, si bien los factores desencadenantes del freno podrían ser vistos como no necesariamente lógicos en el proceso de normalización de la economía. La Nación se encuentra, por cierto, ante la coyuntura clave que significa la durísima pulseada con los bonistas y la impasse en las negociaciones con el FMI, al cual se le continuará pagando, pero con reservas. En ese marco merece evaluarse como positiva la visita que el titular del organismo financiero internacional, Rodrigo Rato, realizará a la Argentina muy pronto. Sorprendieron, por otra parte, declaraciones hechas ayer por el español, quien hizo mención al "castigo social tremendo" sufrido por el país. Aunque esa frase difícilmente se relacione con un cambio de políticas.

Más que nunca, los capitanes deberán mantener firme el rumbo del barco y no provocar oleajes innecesarios.

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