| sábado, 21 de agosto de 2004 | Educación e inseguridad Existe semejanza entre lo que está ocurriendo últimamente en las escuelas y lo que viene sucediendo hace años con la ilegalidad. Los gobiernos dejaron avanzar la corrupción provincial, haciéndose los distraídos porque era comprometedor políticamente corregir algo tan antiguo y no previeron que devendría esta inseguridad que deprime o enfurece a la sociedad toda. En el Ministerio de Educación no hay corrupción, pero sí aparecen ideas y disposiciones que cambian con cada nuevo período político, sin tener la seguridad de que serán más eficientes que los que estaban en vigencia. Los padres son quienes forman, dirigen y cuidan a sus hijos y es algo privado, según ellos entienden. Los docentes tienen una misión: la de instruir. Los directores ahora deben aprender qué es lo que llaman convivencia. El alumno debe permanecer en la escuela, aunque pegue con un cinto a su profesor, lo escupa, amenace con cuchillo, bombardee baños, etcétera. El Ministerio de Educación es el responsable de establecer las normas y los medios apropiados para que los directores puedan desarrollar sus conocimientos y demostrar "su don de gobierno" y que afirmando el desempeño positivo de su cargo, logre mantener el respeto mutuo profesor-alumno, lo que devendría en un buen funcionamiento de cada escuela. Tiempo atrás, en la provincia existían las amonestaciones, que iban de 1 a 20 y se aplicaban con mesura y con un buen resultado. Si ahora los jóvenes concurren a clases "obnubilados" por consumo de drogas, alcohol, etcétera (leer el muy importante editorial de La Capital del 7 de agosto), ¿a qué van esos chicos a la escuela? Los maestros o profesores no los pueden instruir y tampoco pueden atender al resto del curso que sí, desea aprender. ¿A qué se llama prevención? ¿A permitir que tantos desmanes continúen avanzando año a año? Los intendentes y presidentes comunales pueden ayudar a frenar este avance de "la crisis social argentina", con muy poco esfuerzo. Solamente aplicando las ordenanzas que tienen en vigencia (o hacerlas) para por lo menos ayudar a los chicos de 7 a 10 años que ya se imaginan mayores de edad.
Haidé Garello, ex directora de la Escuela Nº222, de Chabás
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