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 miércoles, 17 de marzo de 2004

El juez Pedro Alegre dio a conocer ayer la sentencia
La Justicia autorizó a un hombre a donarle su riñón a un amigo
"Nunca dudé", dijo el donante, quien ahora debe hacerse estudios médicos

Hace un mes atrás Eduardo Sangenis le pidió a la Justicia federal de Rosario que lo autorice a donarle un riñón a su amigo Néstor Lanfranchi, cuyos familiares no reúnen las condiciones para ser donantes. Ayer, el juez Pedro Alegre autorizó la donación y ahora el hombre de 32 años deberá someterse a una serie de estudios médicos para determinar si la intervención es posible y no pone en riesgo su vida.

"Nunca dudé de que eso era lo que quería hacer y a mi amigo ya le cambió la cara, está contento de tener esta posibilidad", dijo Eduardo a La Capital, a sólo horas de conocer la decisión de la Justicia.

El caso llegó a Tribunales porque la ley nacional que rige la donación y el trasplante de órganos establece que sólo los familiares directos pueden ser donantes sin que se necesite una autorización. Y para los casos en que el potencial donante no tenga lazos sanguíneos, la legislación sí dispone que debe haber autorización de la Justicia, intentando de esta manera evitar el comercio y el tráfico de órganos.

El juez Alegre fue quien dio ayer la autorización. "Después de los estudios y las pericias realizadas, se llegó a la conclusión de que esta persona puede realizar la donación porque no habría riesgo evidente de tráfico de órganos. Y además, es una voluntad que él manifestó libremente en reiteradas entrevistas", señaló el magistrado.

El juez dialogó con La Capital sobre los alcances del fallo, aunque prefirió no dar los nombres de las personas involucradas. Sin embargo, ellos mismos accedieron a darse a conocer ante este diario para contar la historia.


Los fundamentos
Lanfranchi es una de los 5 mil personas que integran por estos días la lista de espera que maneja el Instituto Nacional Central Unico Coordinador de Ablación e Implante de Organos. El juez Alegre tomó en cuenta que en el caso de este paciente se trata, según las certificaciones médicas, de una insuficiencia renal terminal en tratamiento de hemodiálisis, tres veces por semana. Y, entre los considerandos, apuntó que "si bien (el donante potencial y el receptor) no están relacionadas conforme las previsiones legales, sí lo están por lazos afectivos".

El magistrado consideró que Eduardo mantuvo su voluntad de donar su riñón después de haber sido informado sobre "los riesgos" que implica la donación. Pero ahora a Eduardo lo esperan una serie "interminable" de análisis médicos que determinarán si es posible concretar la donación sin poner en riesgo su salud.

Eduardo (32 años) y Néstor (30 años) se conocieron hace 20 años en el barrio Saladillo, donde todavía viven. Eduardo es soltero y actualmente trabaja como empleado de una empresa de seguridad privada. Néstor desde hace un año está sometido a diálisis por su insuficiencia renal.

"Empezó a sentirse mal y en abril del año pasado lo internaron de urgencia porque su cuerpo estaba lleno de líquido y su piel estaba amarilla. Ahí fue que comenzó el tratamiento de diálisis y el Incucai lo puso en lista de espera", relató Eduardo.

Pero ni los padres ni el hermano de Néstor podían ser donantes. "Es que somos hipertensos. Y mi otro hijo tampoco puede ser donante porque cuando era chico tuvo hepatitis", contó la mamá de Néstor, Ernestina Fleiman.

La mujer no ahorra en agradecimientos. "Estamos eternamente agradecidos por este gesto. Ellos son como hermanos, por eso, Eduardo tomó decisión", recordó Ernestina.

Entonces fue Eduardo el que se ofreció. "Vi que mi amigo estaba en lista de espera, ahí tomé la decisión y le dije que se lo donaba yo", contó.

Pero ahora deberá someterse a estrictos controles médicos. "Si tengo la presión baja o alta, no me dejan. Tengo que estar impecable, pero va a salir todo bien", dijo optimista.

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