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 domingo, 07 de octubre de 2007  
Ischigualasto: tallados por el viento
El Valle de la Luna es el lugar perfecto para viajar al pasado y descubrir secretos y figuras increíbles

Norberto Puntonet / La Capital

El Parque Provincial de Ischigualasto, conocido también como el Valle de la Luna está uicado a unos 300 kilómetros de la ciudad de San Juan, y a 80 del pueblo de San Agustín del Valle Fértil. Este paraíso natural es una formación arcillosa y de areniscas, con gran variedad de tonalidades y formas, desniveles con multifranjas de minerales y sedimentos que permiten ver a la evolución de la Tierra a través de más de 300 millones de años.

Es difícil pensar que en el remoto pasado este lugar fue un inmenso lago rodeado de frondosa vegetación, donde crecía una gran variedad de especies y prosperaba la reproducción de cualquier cantidad de animales. En la actualidad, Ischigualasto —que significa tierra muerta o sin vida— es un gran desierto con muy pocas lluvias, fuertes vientos y altas temperaturas que continuamente erosionan la arenisca tallando figuras y paisajes que se podrían atribuir a la Luna o a otros planetas.



Guías y guardianes



El recorrido interno se hace en el vehículo en que se llega al parque y con la compañía permanente de un guía, quien ayudará a interpretar el paisaje en cada una de las paradas. El circuito es de aproximadamente 40 kilómetros e incluye la visita a los puntos más atractivos del lugar. El tiempo total de la visita dentro del circuito es de aproximadamente tres horas.

A lo largo de la visita se puede apreciar la evolución de animales y plantas a través de las huellas grabadas en las rocas, lo que formó magníficas esculturas que el agua ha labrado en este valle durante millones de años. La primera parada es en la geoforma conocida como El Gusano, donde las areniscas pardas y los negros niveles de carbón empiezan a contar cómo era Ischigualasto en el período Triásico Medio, en los tiempos que se formaba la unidad llamada formación Los Rastros.

Si se observa con atención se pueden distinguir los distintos niveles de sedimentos muy finos, grises y negros que hablan de la existencia de un lago al que llegaban serpenteantes y caudalosos ríos, los que se pueden ver reflejados en los mantos de areniscas pardas que coronan esta geoforma.

Las hojitas negras que están en el seno de los niveles más oscuros cuentan que a orillas del lago crecían numerosas plantas, las que aportaban hojas que eran transportadas por los ríos o el viento hasta depositarlas en el fondo del lago. Allí seguramente servían de alimento a los pequeños invertebrados y peces que lo habitaban por entonces.

A pocos kilómetros más adelante de El Gusano se encuentra el El Valle Pintado. En este imponente balcón se puede ver la magnificencia de la formación Ischigualasto, la cual alberga entre sus rocas la mayor riqueza fosilífera del parque. Lomadas redondeadas estériles de plantas, formadas por la erosión del agua en las rocas arcillosas y arenosas de colores variados, son las que inspiraron a Rogelio Díaz Costa, uno de los primeros periodistas que se dejó conquistar por Ischigualasto, a bautizar el parque a principios de los 70 como el Valle de la Luna.

Sobre la misma formación, visitando las diferentes geoformas producto de la erosión del agua de lluvia, se podrá ver en este recorrido el Mapa de San Juan y Los Vagones, hasta llegar a la siguiente estación denominada Cancha de Bochas. En esta parada se hace una caminata de 300 metros a través de la cual se puede apreciar La Esfinge, hasta finalmente alcanzar una extensa planicie en la que se destacan esferas de areniscas que la erosión va dejando al descubierto, asemejando bochas de piedra.



Ríos escultores



La caminata hasta este punto también proporcionará la oportunidad de introducirse en el corazón de la formación Ischigualasto y entenderla a través de sus rocas. Las gruesas y claras areniscas que generalmente coronan las partes más elevadas del paisaje, son evidencias dejadas por caudalosos ríos que atrevasaron esas llanuras hace 230 millones de años. Los niveles mas oscuros representan las planicies que se desarrollaron a las márgenes de estos ríos y en donde vivieron los antiguos habitantes de Ischigualasto.

El recorrido continúa con el imponente Submarino, esta es una de las formas más características y difundidas de Ischigualasto. En esta parada, y mediante una corta caminata, se puede disfrutar de esta geoforma desde diferentes perspectivas, además de tener la oportunidad de una visión espectacular de toda la Hoyada. Desde el Submarino se puede observar desde las rocas de la formación Los Rastros hasta las Barrancas Coloradas, intercalándose una interminable sucesión de lomadas grises de la fosilífera formación Ischigualasto.

La próxima parada es El Hongo, esta geoforma también ubicada dentro de la formación Ischigualasto, presenta esta llamativa forma como resultado de la erosión diferencial del agua en su base, formada por arcillas de fácil erosión y su techo areniscoso mucho más resistente.

Por último, se llega a los sedimentos más jóvenes de la imponente cuenca. Se trata de los sedimentos rojos de la formación Los Colorados, las que tienen una edad asignada del Triásico Superior Alto, es decir unos 220 millones de años. Esta unidad está representada en las Barrancas Coloradas, que acompañarán al visitante hasta terminar la visita.

Urgando en los altos paredones se puede decir que las rocas de esta formación hablan de torrentosos ríos y fuertes vientos, y de un clima árido y cálido. Los ríos y sus llanuras están en las capas de areniscas y arcillas que sobresalen formando bandas en la pared, mientras que los vestigios originados por el viento, un poco mas escondidos, están representados por gruesas capas rojas, bien arriba, cerca del techo de las Barrancas Coloradas, otra de las maravillas de Ischigualasto.


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El Submarino, una de las formaciones más conocidas.

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