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jueves,
05 de
julio de
2007 |
Reconocimiento
al maestro
Esa fría tarde del 19 de junio, cuando acompañamos los restos de Edgardo Garbulsky a su descanso final, al llegar el momento de la despedida maldije mi silencio de congoja y torpeza. Quiero ahora expresar mi reconocimiento al maestro de varias generaciones de antropólogos Ωapreciado en varios países de LatinoaméricaΩ al militante político y gremial, al querido amigo. Formó parte de la primera generación de nuestra profesión, su enseñanza se inició en Rosario para continuar en Chile, su segunda patria, en tiempos de la Unidad Popular, donde además formó su familia. Allí sufrió la persecución de la infame dictadura de Pinochet, de la que casi milagrosamente logró escapar para retornar a nuestra ciudad. Corrían aquí otros tiempos, lo que posibilitó que dos años de cátedra alimentaran una leyenda. Otra tiranía volvió a expulsarlo de las aulas, obligándolo de nuevo a luchar contra la adversidad, siempre intentando abrir espacios para la profesión. La restauración democrática lo encontró entre los docentes que reorganizaron nuestra carrera, de la que fue director durante varios años. La firmeza de sus convicciones y un temperamento sanguíneo a menudo no podían evitar la confrontación, pero su honestidad sin dobleces supo también sufrir la deslealtad. Y su refinamiento intelectual era el del hombre sencillo, que disfrutaba del fútbol y el buen vino con amigos. Nos deja su enseñanza, sus escritos, sus consejos y su grato recuerdo. Por su guía y generosidad, me cuento entre los que siempre lo recordaremos con gratitud.
Claudio C. Vizia
DNI 11.543.947
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