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 domingo, 25 de marzo de 2007  
Interiores: significados

El significado es la puerta principal por la cual entramos al sentido de una palabra o frase, sin olvidar que otros posibles accesos son otras palabras con sentidos vecinos u asociados. O bien los sinónimos que pueden ayudar a encontrar el sentido que se quiere averiguar. En la búsqueda de un significado, siempre se encuentran otros que la palabra tiene, en algunos casos más notorios, como cuando un término determinado tiene un largo listado de sentidos posibles, y por lo tanto una larga familia de palabras entrelazadas. Es lo que se conoce como polisemia, es decir la pluralidad de significados de una palabra, y aun de un mensaje.

Haciendo una extensión de este concepto bien se podría decir que el humano es un ser polisémico por excelencia, siempre portador de más de un significado, y a la vez envuelto en más de una significación. Como se puede ver cada día, la cosa es así desde el comienzo del recorrido por este mundo. Huellas y marcas para los que llegan, y a su vez los que se van también dejan huellas, algunas estelas, recuerdos, problemas, herencias, en definitiva marcas de su paso por la existencia. Visto así, al nacer somos auténticamente un niño envuelto que en las mejores circunstancias los padres quieren comer en una de las tantas envolturas del amor. Con esa envoltura inicial, nos iremos desenvolviendo por la vida en un mundo atiborrado de significaciones que nos atraviesan desde el primer día hasta el último. Es precisamente en torno a esas significaciones que cada cual irá construyendo, y encontrando el sentido de la vida. O bien perdiéndolo cuando alguien, muy a su pesar, hace de la depresión el sentido de su existencia.

En un mundo lleno de congresos muy variados, eventos científicos, incontables reuniones políticas, acontecimientos artísticos, estadios multitudinarios en torno a millones de televisores con plasma o sin plasma, sin olvidar las muchedumbres que juntan las religiones en los templos y en las calles de este mundo tan intrincado, a pesar de todo, no abundan en nuestro maltratado planeta congresos o jornadas sobre el sentido de la vida. Salvo en alguna mesa de café, pero dicho escenario de un filosofar espontáneo está en extinción junto a los cigarrillos, lo que contribuye de un modo decisivo a una vida más sana pero en mucha ocasiones a una existencia bastante insulsa.

Vivir sano hasta morirse, no meterse en política, hacer la de cada uno, regar todas las mañanas y todos los atardeceres la autoestima con la música de Bucal, o con lo que sea, y en definitiva no hacer, ni mucho menos hacer preguntas difíciles. Más bien habrá que conformarse con las respuestas que hay en las góndolas de nuestro tiempo que son variadas, y con el sólo límite del bolsillo en caso de tenerlo. Una simple pregunta podría motivar un gran congreso, o bien ser lanzada y desparramada por Internet para todos aquellos que quisieran participar y compartir una inquietud: ¿la vida es corta o larga?

Naturalmente se trata de la vida en general, no la de alguien en particular. Ni la del hombre más longevo que dicen que está por cumplir 116 años, ni de todos aquellos a los que por una razón u otra, o acaso por algunas de las muchas sin razones, se les escapó la vida muy temprano. Tampoco vale conformarse demasiado rápido con el clásico depende para responder, en rigor sin responder, a tan delicada pregunta. De hacerse una investigación sobre semejante interrogante, dado que somos tan afectos a las consabidas encuestas para medir las intenciones políticas (o para inducirlas), o por motivaciones de mercado, o por lo que sea, lo cierto es que obtendríamos no sé qué porcentajes respondiendo si la vida es larga, o si en definitiva es corta. Hasta es posible que algunos que un día responderían que la vida es corta, en otra ocasión dirían lo contrario. Y viceversa.

La respuesta, o mejor las reflexiones posibles frente a tamaña pregunta apuntan de un modo directo al significado de la vida, es decir a las incontables significaciones que impregnan la existencia humana a lo largo y a lo ancho de cada día. En definitiva, podríamos decir que la vida es corta o larga según cada cual, y según los momentos. Larga para los que están mal, relativamente corta para los que están bien. Lo seguro es que es limitada, y los paraísos y los infiernos están en la tierra. Para desmentirlo están los múltiples pastores que siempre consiguen su rebaño. Pero también están los miles que se atreven a vivir sin rebaño ni pastores religiosos o políticos, y que a pesar de la incertidumbre no renuncian a la libertad para no ser toda la vida un niño envuelto.


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