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 domingo, 25 de marzo de 2007  
En busca de la mujer anhelada

Clarisa Ercolano / La Capital

Ser una mujer ideal. Constantemente la platea femenina se encuentra sometida a esta demanda que se expande desde distintos sectores de la sociedad y que pretende una suerte de mujeres capaces de casi todo. Para no morir en el intento de correr tras estereotipos, la psicóloga Liliana Mizrahi dice que “la mujer que queremos ser es realizable, pero es el resultado de búsquedas, rupturas y transgresiones de las convenciones que bloquean nuestro crecimiento. Esa mujer tan anhelada exige crear un itinerario existencial propio y único”, agrega la profesional a Mujer, y opina que “esta tarea es intransferible, si no la hacemos nosotras, no la hace nadie”.

Pero llegar al ideal femenino requiere de una toma de conciencia que tiene que ver, entre otras cosas, con “hacerse cargo de nuestra historia desde antes de nacer, de las variables sociales, culturales, religiosas que nos atravesaron”, sugiere antes de explicar que “hay que asumir el trabajo de conocernos como sujetos históricos, sobre todo, recorrer nuestra infancia donde están las claves de la adulta que somos”, afirma la también escritora. “Esa mujer es realizable. ¿Por qué no? Yo lo sé como experiencia personal, pero es posible si nos tomamos a nosotras mismas como tarea, como proceso y como proyecto”, agrega.


Producto social
Desde el momento de la concepción, cada mujer, recibe mandatos, creencias, hábitos socio-culturales, rituales y enseñanzas liberales o dogmáticas. “Crecemos formándonos como un producto socio-cultural que comienza en la familia, sigue en la escuela, la calle, el trabajo y la sociedad en general”, dispara.

El cuerpo de la mujer, es sin dudas motivo de amores, odios y finalmente, el lugar donde se hacen carne gran parte de las realidades de cada ser. “El cuerpo es nuestro aliado en tanto es insobornable y nos habla a través de sus síntomas, cada uno es una denuncia, un mensaje, información acerca de nosotras mismas que a veces es difícil de decodificar sin ayuda terapéutica. El cuerpo habla de nosotras, cuenta una historia que debemos desentrañar para comprendernos totalmente”, asegura Mizrahi.

Sin embargo, en plena era del auge de género, hay sectores sociales que se resisten dogmáticamente a que las mujeres evolucionen. “Las mujeres argentinas todavía no estamos habilitadas para decidir sobre el cuerpo y la maternidad. En ese sentido, estamos condenadas a la obediencia de dogmas agotados que nos expropian de la libertad para decidir sobre nuestro cuerpo”, plantea Mizrahi.




Poder interior
   Todas las mujeres pueden desarrollar su poder personal, sencillamente conociéndose. “En ese sentido, la reflexión que surge en los grupos de mujeres, tal como ocurrió en el taller realizado en Rosario, en la Cueva de Brujas, es una experiencia de acercamiento a nosotras mismas”, describe la profesional, y agrega: “De eso se trata, de profundizar una conciencia crítica que nos permita abordar sin miedo todos los temas que nos interesen, y aprender a escuchar a otras mujeres, que son nuestros espejos”.

   Encontrarse con un otro también forma parte de la esencia de la mujer. Según la psicóloga es una búsqueda humanística. “Las mujeres somos seres educados para ser-para-otros. A veces este mandato se hipertrofia en las mujeres que se abandonan a sí mismas, dando prioridad a los otros: familia, marido, hijos, padres, ancianos, nietos”.

   Pero en otro plano, el encuentro con el otro requiere apertura, interés y respeto para conocerlos y comprenderlos, o sea verlo en totalidad como persona. “Hoy los encuentros no son tan sencillos, es una sociedad que cultiva el individualismo y en general se evita el compromiso que es vivido como encierro”, sostiene Mizrahi, y refiere que actualmente se tiende a vínculos menos duraderos, más superficiales y más light, con menos densidad emocional, sobre todo en los varones.

   Hoy más que nunca es necesario aprender a conocer al otro en su singularidad, en su circunstancias o en la coyuntura de vida. Al respecto, Mizrahi aclara que a veces a las mujeres nos falla el realismo: “Nos guiamos por ilusiones y el deseo de lo que queremos o necesitamos, imaginamos demasiado y perdemos contacto con la realidad de lo que el otro dice y hace, sobre todo hace, porque lo real son las conductas”.

   A nivel pareja, reina todavía un desorden amoroso. Los roles sexuales se han modificado sustancialmente con la evolución de la mujer, la independencia económica y la autonomía espiritual femenina, que ha sido realmente conmocionante a nivel social, mientras los varones vienen un poco rezagados. “No renuncian a su soberbia masculina, ni a su autosuficiencia y en ese sentido son seres más inmaduros que las mujeres”, enfatiza la terapeuta.

   “Las mujeres ganamos conciencia de género, tenemos facilidad para la introspección y voluntad de cambio. Los varones están perdiendo un lugar de prestigio, de dominio y de control. Atravesamos una verdadera y profunda crisis de valores y de roles. Yo soy muy optimista ante todo este cambio”.
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