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 miércoles, 21 de junio de 2006  
En celeste y blanco. Menos de 10 mil personas se acercaron a ver el acto, pero León Gieco convocó una multitud
Rosario vivió el desfile con menor convocatoria de los últimos cinco años
La coincidencia del acto con un día laborable y la ausencia del presidente Kirchner restó brillo a los festejos

Carina Bazzoni / La Capital

La coincidencia de un día laborable y la ausencia del presidente Néstor Kirchner, en visita oficial a España, opacó ayer el acto del Día de la Bandera que, sin lugar a dudas, fue el más flaco en cuanto a convocatoria de público en los últimos cinco años. Las estimaciones de los más optimistas no contaban más de 10 mil personas entre la concurrencia y hasta la bandera creada por el proyecto Alta en el Cielo tuvo que acortarse porque, sobre las 10 de la mañana, faltaban manos dispuestas a cargarla. Por la tarde se vivió todo lo contrario, cuando el recital de León Gieco logró convocar a una multitud en el Monumento.

Así, no resultó casual que, a la hora de los discursos, el reclamo de la vicegobernadora María Eugenia Bielsa de transformar al 20 de Junio en un feriado nacional inamovible haya sido uno de los párrafos más aplaudidos por la gente.

Es que quienes pudieron n sumarse ayer al desfile cívico-militar lo hicieron con ganas. Y llegaron con la intención exclusiva de participar del festejo en homenaje a la bandera. "La gente no vino a ver al presidente ni a los políticos de turno, sino a la bandera", reflexionó José, un vendedor ambulante que "nunca" se pierde un desfile. "Es una lástima, si hubiera sido feriado habría mucha más gente", se quejaron otros.

El año pasado los festejos coincidieron con el feriado. Y al acto, al que además asistió el presidente Néstor Kirchner, se acercaron unas 30 mil personas. Hace dos años, los desfiles se hicieron bajo la lluvia y, aun así, unas 20 mil personas llegaron al Monumento. El 20 de junio de 2003, Kirchner repartió besos y autógrafos y se calculó que había unas 40 mil almas en el festejo. Y en 2002 y 2001, las estimaciones de asistentes nunca bajaron de 20 mil personas.

Ayer, los cálculos de los organizadores hablaban de unas 10 mil personas, mientras que otras voces no contaban más de 7 mil. Los dos pequeños palcos montados al costado del escenario ni siquiera estaban llenos y también mostraban grandes blancos los vallados colocados en ambas márgenes de avenida Belgrano entre Rioja y Laprida.


Primero los chicos
La mayoría llegó sobre el mediodía, justo a tiempo para no perderse el desfile que arrancó encabezado por una delegación de alumnos de cuarto grado de la escuela Nº183 de la provincia de Neuquén, despertando los primeros aplausos del público.

El acto había comenzado dos horas antes, con la entonación del Himno Nacional Argentino y las palabras del arzobispo de Rosario, José Luis Mollaghan, quien llamó a "afianzar las instituciones, asociaciones intermedias y la familia" para "construir una patria grande".

Desde el palco central, sus palabras fueron seguidas por el vicepresidente Daniel Scioli, la vicegobernadora Bielsa y el intendente Miguel Lifschitz. La ministra de Defensa, Nilda Garré, y el de Justicia y Derechos Humanos, Alberto Iribarne, completaron la escueta delegación del gobierno nacional que llegó a Rosario para participar de los festejos.

Minutos antes de subir al palco, Garré destacó que "no hay tensión" entre el gobierno y las Fuerzas Armadas y minimizó los actos donde se reivindicó el terrorismo de Estado. "Son grupos minúsculos, condenados ya por la sociedad en su conjunto, por la comunidad internacional y por la Justicia", remarcó.

A la hora de los discursos, el primero en tomar la palabra fue Lifschitz, quien recordó que "existen 8 millones de argentinos excluidos", por lo cual "la lucha contra la pobreza es la gran tarea que queda por delante". A su turno, la vicegobernadora pidió que el Día de la Bandera vuelva a ser feriado, ya que "hay símbolos que exigen que el respeto esté por encima de cualquier tentación turística". Y Scioli rescató a Rosario como "un estandarte del desarrollo, el crecimiento y la cultura del país".

Después vino el juramento de fidelidad a la enseña nacional y arrancaron los desfiles. Los primeros en transitar por la avenida Belgrano fueron los integrantes de distintas agrupaciones civiles, como los chicos de Neuquén, los deportistas discapacitados de Newell's, la Cruz Roja Argentina y la Asociación de Colectividades Extranjeras, entre otros.

A la cola de este grupo desfilaron los representantes de los centros de ex combatientes de Malvinas. Junto a sus padres, esposas y sus pequeños hijos, pasaron por la avenida llevándose uno de los aplausos más efusivos de la jornada.

Más tarde fue el turno de las delegaciones de las fuerzas armadas, de seguridad y policiales. Un móvil que participó de la expedición polar argentina realizada en 1965 fue el último en desfilar, conducido por uno de los santafesinos que participó de la travesía.

Y, mientras el vehículo se alejaba, en el centro de la escena irrumpió la bandera más larga del mundo que, desde hace cuatro años, se convierte en el espectáculo cental del desfile. Cargando el pabellón aparecieron primero los alumnos del Instituto Politécnico Superior General San Martín, que este año cumple su centenario, pero también se vieron delegaciones de otros colegios y bebés en cochecitos guiados por sus padres y abuelas.

Los gauchos de distintos centros tradicionalistas del país cerraron el paso de la bandera y dieron por terminado el desfile. "Viva la patria", les gritaban desde las tribunas. A sólo dos cuadras del Monumento, los ánimos eran otros. Rosario reflejaba el trajín propio de cualquier día de la semana, a pesar de ser 20 de Junio y de ser la Cuna de la Bandera.
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La vicegobernadora Bielsa fue aplaudida cuando reclamó que el 20 de junio sea feriado nacional.

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