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 miércoles, 26 de abril de 2006  
Viajeros del tiempo

Reyerta en un conventillo. En el conventillo denominado "La Ginebra", próximo a la refinería de azúcar, el domingo en las primeras horas de la mañana se produjo un altercado entre los vecinos Ramón Luna, Manuel Rodríguez y José Laprida, yéndose a las manos después de un cambio de palabras, resultando el primero con dos hachazos en la región frontal y el segundo con dos heridas en el lado izquierdo de la cara. La mujer Petrona Cuello, esposa de Laprida, que medió en la cuestión animada del mejor deseo, resultó también con dos puntazos en el dorso de la mano izquierda. La Asistencia Pública practicó la primera cura a los heridos y la subcomisaría respectiva levantó un sumario de prevención.

Sangre en un tranvía. Días pasados nos ocupábamos de la frecuencia con que ocurren incidentes desagradables en los tranvías producidos generalmente por el mismo personal de las empresas, las que no se han preocupado en hacer la debida selección en bien del servicio público que prestan. No pasa día en que no suceda algo bochornoso en los coches, ora peleándose entre sí los empleados y ora insolentándose con los pasajeros por la más ligera observación que se les haga. El drama de sangre ocurrido en la tarde del domingo pasado en un coche del Anglo-Argentino nos lleva a insistir sobre este punto. A la una y media de la tarde de ese día viajaba como pasajero Antonio Micelli (o Niselli), argentino, de 35 años, domiciliado en Lavalle 242, capataz de ajustadores de los talleres del F. C. Central Argentino. Micelli se encontraba en estado de embriaguez, según los testigos presenciales del hecho, y se trasladaba en un coche que por la calle La Plata se dirigía a Sunchales. Al llegar a la esquina de Salta descendió junto a Angel Bardini y ambos se subieron en el coche que va a Alberdi para dirigirse a la casa del capataz. Pero a poco de andar subió el inspector de la empresa Alfonso Teralle -italiano, con dos años de residencia en el país, de 34 años de edad, casado y domiciliado en calle Italia 651-, quien se puso a revisar los boletos de los pasajeros. Al llegar a Micelli, éste quiso hacer valer el que traía de la otra línea, alegando que había sacado una combinación. El inspector le dijo que no existía tal combinación y que tenía que pagar el boleto. Micelli se desató entonces en improperios contra Teralle y como este último tampoco es mudo, le contestó del mismo modo. Ya a la altura de calle Salta entre Crespo e Iriondo se fueron a las manos. Micelli le aplicó un golpe de puño en el ojo derecho al inspector y lo hizo rodar por el suelo para acto seguido darse a la fuga. Pero Terrale sacó un revólver de 9 milímetros y le disparó tres tiros a Micelli que ya había bajado del tranvía, dándoles todos en el blanco: dos balazos en el hipegastrio y uno en el lado izquierdo de la boca. Hubo entonces gran confusión entre los pasajeros y la gente se aglomeró en número considerable atraída por las detonaciones. Se presentaron entonces varios agentes de la comisaría 9a, quienes detuvieron al criminal. El herido fue llevado en una ambulancia a la Asistencia Pública y luego derivado al Hospital de Caridad, adelantándose que su estado es gravísimo.

Divorciados felices. En la excéntrica Nueva York un millonario divorciado ha ofrecido un banquete a un grupo de sus relaciones de igual estado, y sobre el rico mantel aparecían diseñados varios corazones rotos. En la fiesta también se encontraba un joven matrimonio que está a punto de entablarse una querella ya que, declararon, en un año de casados no habían gozado un solo día de felicidad. La presidencia de la reunión la ocupó también un divorciado, a quien el día anterior le habían secuestrado los muebles por orden de la ex esposa. Se pronunciaron elocuentes discursos y se brindó a la salud de todas las suegras del mundo. ¡Oh, filósofos!

Investigación y realización Guillermo Zinni.

Ver La Capital de 1904 y 1905.
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