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 martes, 07 de febrero de 2006  
Emboscada sangrienta. Una lluvia de balas entre ladrones y uniformados alteró la mañana en Lavalle al 2100
Fueron a robar y los esperaba la policía: 3 muertos
Un llamado anónimo alertó sobre el golpe que una gavilla iba a perpetrar ayer en una chatarrería. La URII montó un impresionante operativo y al llegar los asaltantes se desató un descomunal cruce de disparos

Todo comenzó como un operativo de vigilancia preventiva porque una llamada anónima a la Brigada de Investigaciones de la Unidad Regional II anunció un inminente atraco a una chatarrería del barrio Bella Vista. Pero pocas horas después, cuando una veintena de policías tomaba posiciones en el inmenso predio de Lavalle al 2100, aquel anuncio se hizo realidad y todo terminó en un cruento tiroteo pocas veces visto en Rosario. Cuatro delincuentes armados con pistolas automáticas irrumpieron en el lugar "a todo o nada", según dijeron fuentes policiales. Entonces se escuchó la voz de alto y enseguida se desencadenó una balacera infernal en la cual tres de los asaltantes murieron acribillados por las balas de los uniformados y otro quedó gravemente herido con un tiro en la cabeza. Los investigadores sospechaban que otros dos cómplices integraban la banda y alcanzaron a escapar presumiblemente en un Fiat Duna color azul que actuaba como apoyo. En tanto, un empleado del negocio asaltado quedó demorado bajo sospecha de ser el presunto "entregador" del golpe.

El enfrentamiento, que tuvo ribetes cinematográficos y quebrantó la tranquila mañana barrial, se produjo alrededor de las 10 en el depósito de chatarras Faragó-De Yuli, ubicado en Lavalle entre Cerrito y Riobamba. Se trata de un inmueble rectangular que posee portones de ingreso tanto por Lavalle como por bulevar Avellaneda y que mide aproximadamente unos 20 metros de frente. Allí se compra y vende cobre, bronce, aluminio, plomo y acero inoxidable en grandes cantidades. Según fuentes de la investigación, el comercio al parecer ya estaba en la mira de un grupo de peces gordos del hampa, que pudo tener como objetivo apoderarse de algún cargamento de metales (el más preciado y valioso es el cobre, que vale unos 14 pesos el kilo) o directamente hacerse de una importantísima suma de dinero que sus propietarios al parecer podrían poseer o recibir la mañana de ayer en el marco de una importante transacción comercial.

A juzgar por cómo se desarrollaron los acontecimientos, los detectives se inclinan por pensar en esta última opción, aunque desde el comercio se indicó que no había plata como para justificar semejante demostración de coraje expuesta por la gavilla. La cuestión parecía girar ayer en torno a un arrepentido de la banda o algún informante policial que se comunicó por teléfono desde un locutorio con la Brigada de Investigaciones para anunciar el atraco que tenía como blanco la metalera.

El jefe de la Agrupación Unidades Especiales, comisario Rodolfo Romero, contó que esa información anónima fue transmitida a la jueza de Instrucción en turno, Alejandra Rodenas. Entonces, y ante la probable veracidad del dato, desde el tribunal se dispuso un operativo de vigilancia preventiva dentro del propio local.

Poco después de las 7 de ayer, la comisión policial llegó hasta el lugar y le informó al dueño de la chatarrería, Carlos De Yuli, lo que acontecía. Allí mismo quedó detenido uno de los empleados, apodado Chueco. Los investigadores sospechan que habría sido el entregador del atraco.

Cerca de 20 policías de Investigaciones, de Seguridad Personal y del Grupo de Infantería de Respuesta Inmediata (Giri), con armas de grueso calibre y chalecos antibalas y algunos de ellos con pasamontañas llegaron al local para vigilar distintos puntos del predio. En ese momento había unos diez empleados que fueron puestos a resguardo en un patio trasero.

Según contó Romero, todo comenzó cuando ingresaron a pie por el portón de Lavalle cuatro hombres con pistolas 9 milímetros. "Entraron violentamente, apoyados hombro con hombro, como se ve en las películas y disparando a mansalva cuando el personal recién tomaba sus lugares de vigilancia", agregó.


Una lluvia de "plomos"
Fue un tiroteo infernal. "Impresionante, tremendo", describió un vecino de la cuadra. A pesar de la hora en que ocurrió todo, no hubo testigos directos del enfrentamiento. Es que de acuerdo a la versión policial, el cuarteto fue rociado de plomo cuando traspuso la entrada. Tanto policías como empleados salieron ilesos. Cuando la mayoría de los habitantes de la cuadra atinaron a salir de sus casas, la balacera ya había terminado y los cuerpos de los hampones estaban desparramados en el interior del inmenso local. Dos murieron prácticamente frente al portón que da a calle Lavalle, mientras que el restante cayó malherido sobre una balanza para camiones, dentro del predio y también falleció. El cuarto, identificado como Daniel Aguirre, de unos 35 años, recibió un tiro en la cabeza pero sobrevivió y fue derivado al Hospital de Emergencias Clemente Alvarez donde estaba en estado grave.

De los tres asaltantes abatidos sólo dos habían sido identificados hasta anoche. Fuentes del operativo dijeron que se trata de Víctor Oviedo y Maximiliano Ever, ambos con antecedentes y sospechosos de haber participado en resonantes asaltos en los últimos dos años (ver aparte).

El comisario Romero indicó que el grupo que irrumpió en la chatarrería contó con el apoyo de al menos dos hombres más que al parecer huyeron un Fiat Duna azul, según dijeron algunos testigos. También señaló que en el lugar del tiroteo fueron incautadas cuatro pistolas 9 milímetros de los delincuentes. La jueza Alejandra Rodenas y la fiscal Elida Rivoira llegaron al sitio poco después del desenlace.

Ante los policías, los propietarios del local recordaron que a fines de diciembre sufrieron un importante robo. Sucedió cuando un grupo de asaltantes interceptó a un camión de la firma y se apoderó del rodado y de unos 8 mil kilos de cobre. El asalto ocurrió sobre la avenida Presidente Perón, a pocas cuadras de la chatarrería y habría sido perpetrado por el mismo grupo.
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Los asaltantes cayeron muertos en la puerta de la chatarrería.

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