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 domingo, 18 de diciembre de 2005  
Confirman procesamiento de dos policías por el homicidio de un joven en Santa Fe
La Cámara de Apelaciones envió a juicio a dos agentes que en un caso de gatillo fácil mataron a un pibe de 20 años

Santa Fe.- La Sala II de la Cámara de Apelaciones en lo penal de esta ciudad confirmó el procesamiento para dos de los tres policías involucrados en el homicidio de Gabriel Fernández, un pibe de 20 años que fue asesinado de dos balazos en lo que inicialmente se presentó como un enfrentamiento entre uniformados y delincuentes pero que para la Justicia y para los familiares de la víctima fue un caso de gatillo fácil.

La medida, firmada por los camaristas Sobrero, Bassó y Creus, avaló el procesamiento de los agentes Marcos Exequiel Moro y Américo Albino Chamoulao, mientras que dispuso la falta de mérito para Gustavo David Tanneur.

El hecho se produjo el 11 de septiembre pasado en el barrio Centenario de la capital provincial. Y desde ese momento, familiares y vecinos del joven asesinado denunciaron que se estaba ante un caso de gatillo fácil, lo que provocó numerosas movilizaciones a los Tribunales reclamando justicia.

El juez de Instrucción número 3, Julio César Costa, dispuso en aquel momento los procesamientos de los policías Moro, Tanneur y Chamoulao: el primero como responsable de homicidio agravado por el uso de arma de fuego y a los restantes por homicidio agravado por el uso de arma de fuego, en grado de partícipes principales.

El magistrado había interpretado que Moro ultimó a Fernández contando con la complicidad y el incentivo de sus compañeros. Al respecto, en varias oportunidades los familiares y vecinos aseguraron que Chamoulao "se la tenía jurada" a Gabriel y fue quien instó a su compañero a terminar con la vida del muchacho.


Un falso enfrentamiento
Según se determinó en la investigación judicial, el día del crimen los policías recorrían la villa del Centenario (ubicada detrás del complejo Fonavi que se levanta junto a la cancha de Colón), a bordo de un móvil de la repartición cuando se encontraron con un grupo de jóvenes que, según lo afirmaron los uniformados, se hallaban armados. Cuando los muchachos advirtieron la presencia policial, dijeron los efectivos, comenzaron a correr en distintas direcciones.

Las primeras versiones brindadas desde la Unidad Regional I afirmaban que los policías llegaron cuando se estaba registrando un enfrentamiento armado entre bandas, pero no ha sido eso lo que después se expresó en el sumario de la fuerza. Moro aseguró que los dos disparos que impactaron en Fernández (uno en la pierna y el segundo en la espalda) se produjeron durante una persecución que obligó al joven a saltar un alto tapial. Pero el juez de Instrucción, en su resolución, expresó que los policías no dijeron la verdad. "Si los disparos hubieran impactado en Fernández antes de que llegara al tapial -teniendo en cuenta que una bala rozó una vértebra y otra provocó fractura expuesta de tibia y peroné-, el joven no hubiese podido trepar" para saltar.

Costa llegó a la conclusión de que "si Fernández pudo trepar el tapial, saltar y desplazarse varios metros, es evidente que las heridas se produjeron después del salto. De esta manera cobra veracidad el testimonio de una vecina, que afirmó haber visto al chico "saltar el tapial, caer y levantarse".

Esa vecina le comentó al juez que vio a un policía que se acercó al muchacho malherido para preguntarle con evidente saña: "¿Te duele...?". También habría logrado escuchar a uno de los uniformados (Chamoulao) alentando a Moro a que le disparara, diciéndole: "Ponelo, ponelo, dale, dale...", tras lo cual hubo varios disparos.

Para la familia de Fernández todo fue claro. "A Gabriel lo mataron unos policías que empezaron a disparar a mansalva contra un grupo que estaba en la esquina tomando cerveza", dijo Mario, hermano del pibe muerto. Según su relato, "Gabriel había llegado de trabajar y salió con su esposa a comprar pan. Cuando volvían se quedó con un grupo de amigos". Entonces llegaron los policías y se produjo el desbande fatal. Y concluyó: "Chamoulao se la tenía jurada a mi hermano. Ese tipo siempre venía a molestar a los pibes, les pegaba y a Gabriel llegó a amenazarlo de muerte".
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Los familiares del pibe asesinado jamás dudaron de que era un caso de gatillo fácil.


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