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 domingo, 18 de diciembre de 2005  
El silencio es salud

Una noticia del orden local que pasó bastante inadvertida para algunos justicialistas rosarinos en los últimos días fue aquella que puso en conocimiento que el gobierno de la Nación le reclama a la Municipalidad el pago de un crédito concedido por organismos internacionales para la realización de obras. Con esta información no sólo ha quedado en evidencia que la Municipalidad está endeudada, y acaso por ello debe apelar al aumento de las tasas, sino que muchas de las obras que se hicieron en los últimos tiempos en la ciudad se lograron con dinero prestado y con la provincia de Santa Fe como garante. Una primera lectura permite expresar algo ya manifestado antaño en estas mismas columnas: los trabajos públicos que hermosearon la ciudad fueron realizados merced al aporte del gobierno nacional o provincial, pero ingeniosamente anunciados para su beneficio político por el gobierno municipal. Pero no sólo eso será notorio, sino algo más y también muchas veces expresado: que hay una deficiencia, cierta dificultad, por parte del justicialismo, o al menos de algunos de sus funcionarios, para insertarse en el seno de la sociedad y mostrar otro aspecto de la realidad.


Cosas extrañas y dólares a término
Lo extraño del caso (o tal vez no sea nada raro) es que algunos concejales peronistas con muchos años de militancia política, con amplia experiencia, no hayan salido con una campaña esclarecedora de algunas cuestiones. A menos, claro, que estas cuestiones, como la deuda del municipio, sean una verdadera mentira, una ilusión, una fábula de algún trasnochado. Es extraño, por ejemplo, que el nuevo presidente del bloque... ¿peronista?, ¿justicialista?, ¿Frente para la Victoria? o como se llame, Arturo Gandolla, no aludiera, de manera enfática, a esta cuestión de la deuda municipal y que, de paso, no haya hecho saber a la población, también enfáticamente, que en realidad muchos proyectos concretados en la ciudad fueron posibles por la participación provincial y nacional. Pero es más extraño aún que Gandolla, (quien, según algunos, adopta decisiones en representación del bloque, pero con demasiada autoridad) se haya abstenido recientemente ante un proyecto de intimación del bloque socialista reclamándole al gobierno provincial el pago de la coparticipación. Dicen las versiones que por orden de Gandolla el bloque se abstuvo de votar y guardó silencio. Es muy probable, tal vez, que esta abstención incomprensible para algunos tenga una razón que podría ser el arduo trabajo y ensimismamiento en la investigación de un supuesto hecho que, de ser cierto, sería otro "error" cometido por un ex funcionario municipal y al que a la "oposición" en su momento se le pasó por alto: según ha comenzado a rodar en las últimas horas por pasillos en donde suelen caminar personas bien informadas, alguien del gobierno municipal o de una entidad dependiente de él, hace un tiempo, ordenó comprar con dinero de las arcas fiscales dólares a término. ¿Cuánto dicen los informantes que se pagó por cada dólar? Nada menos que seis pesos con veinte. ¿Cuánto se habría comprado? Pues varios millones de pesos. Claro que como el dólar ni remotamente superó jamás la barrera de los tres pesos mucha plata se perdió. ¿Será verdad? Tal vez de la investigación que puedan hacer los opositores y específicamente los que están directamente vinculados a cierto fondo se podrá decir con certeza, en los próximos días, si la información es verdadera o falsa. Aunque puede ocurrir que también se guarde prudente silencio al respecto, porque como dicen bien algunos: el silencio es salud. Lo muy cierto es que las versiones fuertes que provienen del peronismo rosarino dan una señal: tal como están las cosas en el bloque de concejales del... ¿peronismo?, ¿justicialismo?, ¿Frente para la Victoria?, la cohesión y unidad es bastante endeble y si la conducción del bloque no modifica algunas cuestiones, el grupo de ediles, en breve tiempo más, estará listo para dividirse. Una mitosis política que no es descabellado anunciarla.


Peronistas en un mar agitado
Después de todo, esta división no será otra cosa que un espasmo de tantos que tiene el peronismo santafesino, que se debate hoy en un agitado mar de proyectos internos que comprenden desde la lealtad a la estructura de siempre, la transformación de lo existente, (tirando a los viejos por la ventana) un amor con el socialismo popular o el liso y llano salto de algunos dirigentes del alambrado partidario. ¿Por qué habría de extrañar el salto del alambre separador? Al fin y al cabo el intendente de la ciudad de Rosario, Miguel Lifschitz, ha manifestado días atrás que su partido abrirá las puertas a militantes de otros signos que coincidan con el pensamiento y la metodología de trabajo que caracteriza al socialismo. ¿Acaso dentro del justicialismo no los hay? Por lo que se ve parecería que sí. Claro que no todo es tan fácil, porque nada está definido en este país, ni en el socialismo, ni en el propio justicialismo santafesino. Veamos: no se sabe exactamente cómo se sucederán las variables económicas el año próximo y la celebridad del proyecto K puede desmoronarse en un santiamén si, por ejemplo, la inflación continúa. Tampoco dentro del socialismo parece haber unidad de criterio entre sus principales dirigentes. Por ejemplo: mientras Rubén Giustiniani, con prudencia y sensatez, guardó reparos respecto del pago de la deuda al Fondo Monetario Internacional, Hermes Binner salió a respaldar bastante decididamente al presidente. ¿Pero esto de Binner indica que podría ser un dirigente dispuesto a ser el candidato de la estructura K. como suponen algunos? Un viejo dirigente peronista señaló con agudeza: "Lo más probable es que ciertos muchachos del proyecto K terminen siendo funcionales a Hermes, directa o indirectamente y no él al proyecto". Y esto es muy cierto. ¿Por qué habría Binner de abandonar su barco que tiene todo el mar por delante para abordar un velero improvisado cuyo destino es incierto? Por de pronto, lo mejor que puede pasarle a Binner y al socialismo es que desde el gobierno central se aliente esta nueva estructura política en Santa Fe liderada por Agustín Rossi y María Eugenia Bielsa. Y tal vez, quien sabe, en alguna mente del poder central, se tenga conciencia de esta ventaja concedida a Hermes y se dibujen gestos de complacencia. O tal vez el pensamiento sea: "Lancemos este globo de ensayo, a ver que pasa".

Pero la historia imaginada tiene otra variante, entre muchas: ¿qué sucedería si Carlos Alberto Reutemann se decidiera a participar activamente en las próximas elecciones en la provincia de Santa Fe junto con las huestes de Jorge Obeid y acercando a otros sectores políticos? ¿O qué ocurriría, por ejemplo, si Néstor Kirchner, quien seguramente tiene todo que ver en la designación del senador nacional como presidente de la poderosa comisión de Relaciones Exteriores del Senado le dijera a Reutemann: "Lole, vamos por Santa Fe"?

Algunos muchachos, que por allí andan diciendo que a los viejos de la política hay que arrojarlos por la ventana (en una directa y lamentable alusión al gobernador Obeid, a Reutemann y a otros dirigentes) acaso terminarían ardiendo en su propio infierno.

Por último la reflexión acaso más importante: el pueblo argentino acaba de sufragar. ¿Para qué lo hizo? Pues por la razón decisiva y trascendente de elegir a quienes se aboquen a la tarea de planificar políticas, construir proyectos que sirvan al crecimiento espiritual y material del ser humano en lo social e individual. Pero, a pocos días del acto eleccionario se observa que en lugar de ello algunos muchachos están dedicados a construir espacios de poder político partidario con miras a permanecer. Es que según se ve, las nuevas generaciones de políticos argentinos tienen los genes que estructuran el órgano de la visión mental (observancia de la realidad) ligeramente alterados, pues algunas realidades no las ven. Esta miopía es la que determina discursos equivocados, acciones desencajadas. Otros, por el contrario, acostumbrados a mantener la calma en medio del vértigo sabiamente reposan en el silencio del retiro circunstancial. ¡Claro! Este tipo de silencio es también salud.
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