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 domingo, 18 de diciembre de 2005  
Para beber: a la hora del turrón

Gabriela Gasparini

Llegan las fiestas y hay un tema que resulta insoslayable, qué tomar para acompañar las preparaciones que se amontonan en la mesa y forman un berenjenal de sabores y aromas. Y más tarde, qué es lo más atractivo a la hora del turrón, el pan dulce y las peladillas.

Debería empezar diciendo: lo que a usted más le guste, porque no soy amiga de los dogmatismos, pero algunas pautas se pueden tener en cuenta. Salvo que su fanatismo por el tinto la lleve a extremos de los que no se retorna, olvídelo por esta noche y permítase algo más fresco que no necesariamente debe ser un blanco. Los rosados son una posibilidad que debe tener en cuenta. Las cepas para elegir son variadas, porque el límite para esta tonalidad es la imaginación del enólogo, así que puede encontrar versiones en Syrah, que presenta algunas interpretaciones magníficas, Malbec, Bonarda, por nombrar algunas. Entonces, párese frente a las botellas en la zona rosa y déjese llevar.

¿Sabía que los turrones de Jijona, que se suponen los mejores, están protegidos por un consejo regulador que dice qué porcentaje mínimo deben llevar de cada ingrediente, so pena de no concederles su sello? 52% (de almendras, 10% de miel, hasta un 37% de azúcares y un 1% de clara de huevo).

Volvamos a la bebida. Si está dispuesta a crear un clima especial cuando llega la parte dulce del festejo, entonces permítase unos tardíos, no sólo porque es una combinación a la que nadie puede oponerse, sino porque estoy convenida de que corremos el riesgo de que esos esbeltos envases salten de las estanterías dispuestos a atacarnos, ofendidos por el escaso espacio que les fue asignado para exhibirse, y que últimamente se ve desbordado.

Pero una fiesta no es tal si faltan las burbujas, así que salvo que decida empezar y terminar con ellas, lo que es otra opción, en ese caso encontrará quienes adjudican ese rol de acompañante todo terreno sólo a los espumantes rosados, y quienes se resisten a comprarlo sentenciando que no es más que un híbrido, cada cual según su gustillo. Pero bueno, qué puede ser lo mejor para el pan dulce, o por qué no, para la rosca de Reyes.

Y, otra vez enfrentamos la misma disyuntiva. Para unas sólo será posible concebir el brindis con un brut que comulgue con las frutas secas y confitadas, pero habrá otras que dirán que prefieren un espumante dulce, y tampoco estarán erradas. Si usted es de estas últimas, y por una de esas casualidades, encuentra alguna botella perdida de Moscato Dolce, que no le tiemble el pulso al sacar la tarjeta, y tampoco sienta culpa si no puede esperar hasta la noche del 24 para disfrutarla. No hay como estos atardeceres cálidos para sentarse en el jardín, o el balcón si fuera el caso, y divagar acunadas entre sus aromas y sus sabores dulzones.

Como saben, Alsacia es una de las zonas vitivinícolas más interesantes y bellas de Francia. En esa región maravillosa tiene lugar una costumbre conocida como "La rosa de Navidad", aunque paradójicamente se lleva a cabo el 31 de diciembre. Los miembros de cada familia se van transmitiendo de generación en generación una rosa seca. Cuando llega la nochevieja, se saca la flor de su caja y se sumerge en agua, si los pétalos se abren, entonces el viñador sabrá que puede esperar una buena cosecha.

Espero fervorosamente que se desplieguen los pétalos de todas sus flores y que el año próximo puedan recoger los mejores frutos.
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