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 miércoles, 16 de noviembre de 2005  
Sangriento y fallido asalto en Génova y Cullen
Policía detenido por un robo se desvinculó de la acusación
El agente Ariel Nievas dijo ante la Justicia que conoce a los ladrones pero que no participó del hecho

El policía sospechado de entregar el frustrado robo a una distribuidora de Empalme Graneros el sábado por la noche, contó ayer ante la jueza de Instrucción Raquel Cosgaya su versión de los hechos. En ese golpe murió un asaltante y dos empleados (uno de ellos un vigilador privado) resultaron baleados. Según fuentes judiciales, el agente dijo que conocía a los ladrones por ser del barrio y reconoció que los llevó hasta la zona del frustrado golpe. Aunque aclaró que no sabía que iban a robar la distribuidora. Explicó que se quedó esperando en el auto y que no escuchó la balacera desatada en el local. Que se enteró del desenlace por los gritos de uno de sus amigos y que, al entrar a la escena del crimen, se sorprendió al ver su arma reglamentaria junto al delincuente muerto. Entonces levantó la pistola y se fue del lugar en su Ford Falcon verde con vidrios polarizados y llantas deportivas. Nievas está acusado de ser participe primario de robo calificado por el uso de arma en grado de tentativa.

Ariel Martín Alejandro Nievas tiene 25 años, es policía desde el año 2003 y presta servicios en la comisaría 21ª. El sábado por la noche fue detenido por sus pares como sospechoso de ser el entregador de un robo frustrado en el que hubo un muerto y dos heridos. Antes de ese hecho, Nievas estaba bajo la lupa de los pesquisas por dos robos calificados y ayer por la mañana declaro ante la jueza Cosgaya. Según fuentes judiciales, al narrar los hechos el policía explicó que conocía a los dos delincuentes que estuvieron en la escena del crimen -Cristian Ricardo Ricky Ayala, muerto con un disparo en un ojo y otro hampón que está prófugo- por "haber jugado al fútbol" en el barrio.

Además, Nievas confirmó que fue él quien a bordo de su Ford Falcon llevó a los delincuentes hasta las cercanías de la distribuidora Nik Luc SRL, de Génova y Cullen. Pero aclaró que los dejó frente a un quiosco ubicado a pocos metros. Y pretendió dejar en claro que "los muchachos" le pidieron que los llevara hasta allí. Al llegar, siempre según la narración del policía imputado, los dos hombres se bajaron y el agente "se quedó escuchando música en su auto", según confiaron. Por eso, dijo, no escuchó la balacera, a pesar de estar a menos de 50 metros y de que hubo al menos cinco disparos según los impactos que recibieron el muerto y los heridos.

Siguiendo el hilo de su relato, Nievas explicó que se enteró de lo que pasaba cuando uno de los ladrones -que huyó y está identificado- le gritó: "Mataron a Ricky, mataron a Ricky" y huyó. El policía contó que entonces se bajó del vehículo, corrió hasta el depósito, entró y se asombró al ver su arma reglamentaria al lado de Ayala, ya muerto. Entonces, recordó, tomó su arma y se fue.

Sobre cómo llegó su pistola 9 milímetros reglamentaria a manos de Ayala, el policía no supo explicarlo. Sólo mencionó que no portaba el arma sino que la misma estaba dentro del auto. Y que cree que "en un descuido" algunos de sus compañeros se la llevó.

Fuentes tribunalicias confiaron que ahora la jueza Cosgaya aguarda tomarle declaración al vigilador privado José Argentino Orrego, un suboficial exonerado de la fuerza policial por un caso de gatillo fácil, quien cumplía servicios de vigilancia y recibió tres impactos en el cruce de fuego con los ladrones.

Acerca de la mecánica del episodio, trascendió que varios testigos observaron que uno de los delincuentes entró al local mientras su cómplice lo cubría con fuego desde la vereda. Que uno de los hampones se quedó sin balas y fue hasta el auto a buscar otra arma. Y que, cuando ingresó al local, cayó abatido por el vigilador.
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La jueza Raquel Cosgaya escuchó ayer el testimonio del agente Ariel Nievas.

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