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 domingo, 19 de junio de 2005  
Fallo judicial por un violento asalto ocurrido en septiembre de 2000
Absolvieron a un policía que mató a un delincuente en defensa propia
El dictamen favorece a un cabo que estaba al frente de su granja cuando dos maleantes entraron a robar. Para cubrir la huida, los ladrones dispararon sus armas y el agente salió tras ellos y respondió la agresión

Ariel Etcheverry / La Capital

Un juez de sentencia absolvió de culpa y cargo a un suboficial de la policía provincial que enfrentó y mató a uno de los delincuentes que lo habían asaltado en su comercio de barrio Santa Lucía. Al cabo de un proceso judicial que duró casi cinco años, el fallo estableció que el efectivo actuó en defensa propia y también en la de sus hijas, de 4 y 7 años, que quedaron de casualidad cerca de la línea de fuego. La resolución está firme ya que la Cámara de Apelaciones refrendó recientemente la sentencia.

Hugo Ramón López, de 39 años, estaba procesado como autor de homicidio en exceso de la legítima defensa. Ese encuadre reconocía que el cabo estuvo en una situación difícil cuando dos asaltantes irrumpieron en su local, pero a la vez lo sancionaba porque consideraba que se había extralimitado, no solo por matar a una persona sino por poner en peligro la vida de inocentes.

El juez de sentencia Nº1, José María Casas, en cambio, entendió que el policía fue objeto "de una agresión ilegítima" y que el episodio que terminó con la muerte del delincuente "no fue una provocación de su parte porque ni siquiera disparó primero". Si bien este caso está cerrado, López enfrenta otra causa en la Justicia (ver aparte).

El episodio investigado ocurrió el 16 de septiembre de 2000. López, quien ese momento cumplía tareas administrativas en la seccional 17ª de Fisherton, tenía una granja y carnicería en Cerrito al 7600. Según se estableció luego, el efectivo sufría de artritis reumática y por ese motivo no estaba facultado para portar armas.

Ese día, poco antes de las 9 de la noche, dos jóvenes ingresaron y fueron directamente a los hechos. Desenfundaron sendos revólveres y apretaron al dueño para que les entregara el dinero.

Según la investigación de la Justicia, uno de los ladrones fue Marcelo Varela, quien en aquel entonces tenía 18 años y vivía en el mismo barrio. El muchacho, de acuerdo a lo declarado por testigos, estuvo momentos antes en un pool ubicado a media cuadra junto con otro apodado Chui. Testimonios reunidos en la causa coincidieron en que Varela y su amigo salieron del local y se dirigieron hacia la carnicería de López.

En el expediente se acreditó que al momento de desencadenarse el atraco, las hijas del policía, de 4 y 7 años, jugaban sobre la vereda y cerca de la puerta del local, completamente ajenas a lo que ocurría en el negocio del padre. El momento más dramático fue a la hora de la fuga.

Eso ocurrió una vez que los maleantes juntaron el dinero de la caja registradora y salieron el inmueble a toda carrera, en dirección a calle Pasco. En su declaración indagatoria, López reconoció que salió detrás de los delincuentes, pero que lo hizo para asegurarse de que las nenas no corrieran peligro.

"Cuando salí del local vi que había un tercer hombre que sería el que les hizo el aguante. En eso, el que estaba vestido con buzo azul y vivos rojos, que ya estaba a unos 15 metros, me disparó 2 ó 3 veces. Ante eso, yo hice dos tiros. Uno al aire y otro al bulto", declaró el policía. "En ningún momento efectué un disparo para matar, sino que mi intención era proteger a mi familia", agregó.

El último balazo fue el que alcanzó a Varela en la espalda y le produjo la muerte poco después. Nunca hubo dudas acerca de la autoría del homicidio. Lo que se intentó establecer fue si el cabo disparó su arma en legítima defensa o si se excedió. El juez Casas entendió que su acción se encuadraba en la primera de las posibilidades, y por eso dicto su absolución.

"López hizo uso del legal y excepcional permiso con el que se encuentra amparado su accionar", remarcó el juez al momento de argumentar el fallo, en el cual destacó, entre otras cosas, la rapidez con que ocurrió el hecho, la poca iluminación que había en el lugar y el hecho que el muchacho abatido haya efectuado disparos mientras corría. "(El acusado) tuvo un tiempo de meditar concienzudamente en el tiempo que tuvo que decidir", dijo.
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El cuerpo sin vida de Varela quedó tendido a pocos metros del locacl que había robado.

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