Año CXXXVII Nº 48707
La Ciudad
Opinión
Policiales
La Región
Información Gral
El Mundo
Política
Cartas de lectores


suplementos
Ovación
Turismo
Mujer
Economía
Escenario
Señales
Un camino de fe


suplementos
ediciones anteriores
Salud 30/03
Autos 30/03
Turismo 27/03
Mujer 27/03
Economía 27/03
Señales 27/03
Educación 26/03

contacto
servicios
Institucional

 domingo, 03 de abril de 2005  
Los rosarinos manifestaron su dolor en la Catedral

Serios, compungidos y hasta con lágrimas en los ojos, los rosarinos no ocultaron ayer su dolor por la muerte del Papa Juan Pablo II. Y colmaron las dos misas que ayer por la tarde se ofrecieron en la iglesia catedral. Al párroco del templo, Raúl Giménez, le tocó poner palabras a estos sentimientos. “Hay en nosotros algo muy especial. La muerte de nuestro querido Papa nos entristece. Pero él les ha dicho a sus íntimos que no tienen que estar tristes y nosotros debemos seguir su deseo”, señaló antes de comenzar el oficio.

Durante todo el día, grupos de personas —mayoritariamente integrados por mujeres— habían estado rezando el Rosario. Algunas arrodilladas frente a uno de los altares laterales donde se había colocado una foto del Pontífice, con los brazos abiertos. Y dos velas encendidas, a manera de única ofrenda.

“Era un hombre magnífico”, repetía María Castillo mientras caminaba hacia la Catedral y, como si se tratara de un amigo, agregó: “Lo voy a extrañar muchísimo”.

La“calidad humana” del Pontífice, su gestión de tantos años al frente de la Iglesia, su preocupación por “estar junto a los jóvenes” y su “ardua labor a favor de la paz”, fueron algunas de las virtudes de Juan Pablo II rescatados por los fieles.

“Como todo el mundo estoy realmente muy mal”, dijo Josefina Garo. La mujer no ocultaba sus ojos enrojecidos. “Era una persona especial. Estaba siempre del lado de quienes más lo necesitaban”, explicó.

Clide Sánchez se encargó de llevar a su nieta Micaela a la iglesia para que la niña “rece por el Papa”. Es que para Clide, no sólo la Iglesia católica perdió su máxima autoridad, “sino que el mundo perdió un gran hombre. Una buena persona que se encargó de llevar la paz a todos lados”, aseguró prefiriendo rescatar “el lado humano” del Pontífice.

En la catedral se celebraron ayer por la tarde dos misas. Una a las 18, otra a las 19.30. En ambas no quedaba un lugar vacío y muchos fieles tuvieron que seguir el oficio de pie.

Mujeres con sus hijos, matrimonios y sobre todo muchas personas mayores acompañaron de esta forma el duelo iniciado por la muerte de Juan Pablo II.

El nombre del Santo Padre fue el primero en leerse tanto a la hora de dedicar el oficio, como antes de terminarlo cuando se le dedicó un Padre Nuestro “para que el señor le de el descanso eterno y brille ante él la luz que no tiene fin”.

Raúl Giménez presidió la segunda misa. “Vamos a celebrar esta misa en su horario habitual pero hay en nosotros algo muy espacial: la muerte de nuestro querido Papa Juan Pablo II”, indicó ni bien comenzó el oficio.

Después recordó aquello que el Pontífice había dicho a sus más allegados. “Cuando los veía llorar en su agonía, porque estuvo consciente hasta el último momento, les dijo que no estuvieran tristes” y advirtió que había que “seguir su deseo”, confiando que “la santidad de la vida maravillosa que él ha tenido le ha abierto las puertas del cielo enseguida”.

Entonces, Giménez sugirió que “más que pedir por él le vamos a pedir a él, a Juan Pablo II, que nos proteja y que nos haga vivir ese espíritu tan hermoso que él tuvo en su vida”.

“La labor de Juan Pablo ha sido maravillosa. Y el mundo entero está impactado por su muerte”, remarcó el cura.
enviar nota por e-mail
contacto
Búsqueda avanzada Archivo


Notas Relacionadas
Campanadas a las 10.30 en todos los templos



  La Capital Copyright 2003 | Todos los derechos reservados