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 domingo, 03 de abril de 2005  
El cazador oculto
"Un brindis en la ribera del Támesis"

Ricardo Luque / La Capital

"El pueblo quiere saber de qué se trata", gritaba la gente agolpada frente al cabildo aquel 25 de mayo de 1810. Llovía a cántaros y la suerte de la patria se debatía a puertas cerradas. Una buena historia. Porque tuvo acción, emoción y, sobre todo, un final feliz. Igual que en una película de suspenso, que te tiene con el corazón a todo galope y agarrado con uñas y dientes a la silla hasta el ansiado momento del desenlace. Es en ese momento en el que encajan todas las piezas y las amenazas se desvanecen, cuando al fin respirás aliviado. Y eso es, precisamente, lo que sintió Charlie Bermejo cuando se subió al avión que este fin de semana lo llevó a Londres. Y no es para menos. Desde que desapareció de la pantalla de "De 12 a 14" se convirtió en uno de los hombres más buscados por la prensa del corazón. De un día para el otro, pasó de cazador a presa y el papel no le gustó. Y no porque los flashes no le agraden sino porque las preguntas que le hacían eran embarazosas. No quería, o mejor, no podía contestar. Igual que las estrellas cuando son sorprendidas por los paparazzi en una situación comprometida. Pero, claro, el pueblo quería saber de qué se trataba y la insistencia periodística lo llevó, en el cóctel de apertura de la Semana del Arte, a esconderse de las cámaras. Pero a Charlie no le gusta, o mejor, no puede esconderse. Es una figura pública y, él lo sabe mejor que nadie, se debe a su público. No es un artista, pero lo parece, al menos en la "Noche de los Magazine", que toda la ciudad sigue, con la nariz pegada a la pantalla, desde hace años. Por eso se subió al avión y partió rumbo a la vieja Europa. Su plan es simple: cubrir la boda real y después darse una vueltita por los Champs Elysées para cambiar de aires. Porque si hay algo que por estos días Charlie tiene claro es que llegó la hora de cambiar de aires. Para que se entienda: sus tiempos de columnista del "clásico del mediodía" terminaron. Hoy, como las grandes estrellas de las ligas mayores, es agente libre. Y para celebrarlo no se le ocurrió mejor idea que hacer un brindis con champagne a orillas del Támesis. Très chic.
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