| | sábado, 26 de marzo de 2005 | |  | Charlas en el Café del Bajo
-Prosigo pues con este triduo pascual, con esta serie de tres charlas comenzadas ayer sobre "una visión distinta de la Pascua". Aquellos que sostienen que miserias han habido siempre y que por tal motivo las actuales catástrofes físicas y morales no pueden ser tomadas como indicativo de un fin olvidan algo relevante: primero que el mal en nuestros días no sólo que es más frecuente e intenso, sino más poderoso. La capacidad de destrucción de las armas atómicas, capaces de devastar a todo el planeta en cuestión de horas, no puede obviarse; la permanente prédica a través de sutiles y no tan sutiles acciones contra la bondad de principios éticos y morales y los continuos ataques contra el orden natural en todo el mundo no se registran sino con más virulencia en este posmodernismo. Y el reciente tsunami sumado a inéditos y sucesivos desastres es otro de los tantos referentes. Pero no sólo eso, aun cuando es cierto que guerras hubo siempre, que los cristianos y los judíos fueron siempre perseguidos y que epidemias se soportaron siempre no puede dejar de considerarse algo determinante: el hombre creció maravillosamente en el nivel intelectual y cognoscitivo ¿Pero tal crecimiento fue destinado al bien de toda la humanidad? De ningún modo, sólo una insignificante parte se destinó a la paz.
-Usted quiere decir que el conocimiento alcanzado no tiene correlato con el crecimiento espiritual y de allí que comparativamente el hombre-líder de nuestros días es más malo que el de la antigüedad.
-Así es. Sólo repare en este ejemplo: la frase "si vis pacem para bellum ("si quieres la paz prepárate para la guerra") acuñada durante el imperio romano pero tomada del pensamiento griego y utilizada asiduamente por Napoleón no ha perdido vigencia. Nada de eso, ha sido robustecida con acciones concretas como una carrera armamentista jamás vista. Lo correcto hubiera sido que el hombre de nuestros días lanzara al universo: "si vis pacem para pace", pero ha ocurrido todo lo contrario. He de decir, para tener una idea del mal que impera en este "jueves santo del universo", que si las naciones se desmilitarizaran, si las grandes corporaciones cedieran el 50 por ciento de su renta, en el término de pocos días se acabaría la pobreza en el mundo, no la indigencia, sino la pobreza ¡¿Se da cuenta?!
-Habló ayer y ahora de un "jueves santo" de la humanidad, es decir de la acción del mal tratando de aprehender y sometiendo al bien ¿Ahora bien en qué consistirá el Viernes Santo del mundo.
-Me atrevo a decir que será la crucifixión del bien. Esto puede sonar alarmante, trágico, excesivamente pesimista y negro. Sí, pero de algún modo ya estamos en los umbrales de la cruz. Diría que a este Cristo, que es la gran humanidad buena y doliente, ya el imperio la ha apresado, falta ahora que le cargue el madero sobre sus hombros y que lo lleve al lugar de la calavera para ser crucificado. Hambre, desnutrición, muerte de infantes por falta de alimentos, ancianos abandonados y adultos desprotegidos y una notoria indiferencia por el valor de la vida, en todas sus formas desde la misma fecundación del sublime ser hasta su muerte no son otra cosa que la pasión del bien que va hacia la cruz. La cruz es la "aparente" catástrofe.
-Diagnóstico tremendo ¿Por qué aparente?
-No lo veremos nosotros, tal vez tampoco nuestros hijos, pero hacia allá vamos. Diría que nuestra generación ha entrado en la etapa del vía crucis. Pero, sin embargo y como se verá, esta no es una visión tétrica del destino del hombre. Esta suerte de "Pesaj" al revés...
-Aclare eso, por favor ¿qué es Pesaj al revés?
-Claro, el Pesaj es la conmemoración jubilosa judía de la liberación de la esclavitud. El "pasaje" de una vida oprobiosa a una vida digna. Yo digo que se vienen los tiempos del retorno a Egipto para la humanidad en general. Por eso digo que este "Pesaj" al revés no es "el" fin, sino el comienzo de "un" fin. Este retorno a la esclavitud, este ir a la cruz es el punto culminante de un ciclo de la humanidad porque después de la cruz está la resurrección, después de la ignominia de Egipto hay otra tierra prometida. Por eso es muy importante evitar la frustración, la desilusión ante el avance del mal. Es menester saber discernir entre pesimismo y observación de la realidad. Es pesimista el que observa la pasión del bien y abandona la lucha, pero quien observa el avance del mal y persevera en su fe hasta el fin, como dice Jesús, trabajará para la resurrección del mundo que verá al fin la paz y la justicia. Mañana seguimos.
Candi II
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