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 sábado, 26 de febrero de 2005  
Sólo vigilia y silencio ante un tema considerado tabú

Roma. - Muchos comentarios ya se leen como si se tratara de una necrología. Los medios italianos hablaron ayer del "grandísimo Papa": Karol Wojtyla cambió a la Iglesia católica, ayudó a provocar el colapso del comunismo y buscó la reconciliación con los judíos. Ahora, recién operado, el Sumo Pontífice está acostado en el décimo piso de la clínica Gemelli de Roma. Día y noche, las cámaras de televisión están dirigidas hacia las ventanas del hospital. Y los creyentes en todo el planeta rezan y se preguntan: "¿Qué va pasar ahora?".

Hace tiempo que el tenaz polaco viene sufriendo. Aguanta, casi ostentativamente, su sufrimiento, en una suerte de obra que contrasta con la ilusión de eterna juventud de nuestros tiempos. La obra se llama "El viejo y la enfermedad", señaló hace poco un reportero de un canal de televisión estadounidense. Pero ahora la obra ha sufrido un cambio dramático: el Papa como paciente de larga duración que necesita ser mantenido con vida artificialmente. Esto sería una pesadilla, y no sólo para el Vaticano.

Hace varios años, el prestigioso periódico estadounidense The International Herald Tribune provocó el enfado del Vaticano al romper un tabú. "No existe ningún mecanismo para sustituir a un Papa que está crónicamente perturbado, senil o en coma", escribió el rotativo. Y nadie en Roma se atreve en estos momentos a plantear ese problema, al menos no en forma pública.

¿Qué va a pasar ahora en la cima de una de las monarquías más antiguas del mundo? De acuerdo con el derecho canónico, el viejo Papa sigue siendo el monarca absoluto, incluso en el lecho de enfermo. El Papa, según el código eclesiástico, es el "representante de Jesucristo en la Tierra", por lo que no cuenta con un "vice".

Es cierto que el Papa puede delegar en los cardenales varias tareas propias de su trabajo diario. La Curia romana es un engranaje bien aceitado. Sin embargo, ya desde hace algún tiempo, la enfermedad de Juan Pablo II ha llevado al Vaticano a guardar silencio sobre varias cuestiones fundamentales.


Las reformas esperan
"El trabajo en las grandes estrategias está interrumpido, al igual que en las reformas que no están llamando a la puerta", opinó ayer el vaticanólogo del periódico romano La Repubblica. Los críticos hablan de "estancamiento"; la Iglesia tradicionalmente califica esta fase como "el fin de un pontificado".

"Roma se prepara para el fascinante secreto de un cónclave", tituló ayer el periódico La Stampa de Turín, en alusión al ritual estrictamente secreto de la elección de un Papa, ocasión para la cual todos los cardenales en el mundo con derecho de voto -unos 120- se reúnen en la Capilla Sixtina.

Nadie sabe si Juan Pablo II, viejo y gravemente enfermo, se va a recuperar una vez más, una pregunta que los medios italianos suelen no formular tan abiertamente, por lo menos no antes de la operación de urgencia del jueves. Quizás también sea un poco prematuro especular sobre las perspectivas de cura del Papa: durante los más de 26 años de su pontificado estuvo nueve veces en el hospital, gravemente herido tras el atentado de 1981 o para someterse a complicadas operaciones del intestino, y hasta el momento el tenaz polaco siempre se ha recuperado. (DPA)
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