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 viernes, 26 de noviembre de 2004  
El cazador oculto
Nostalgia de las glorias del ayer

Ricardo Luque / La Capital

Uno esperaba encontrarse con la Negra Diap, Patricia "Pampita" Real y Claudia Depalma. Pero no fue así. Ninguna de las viejas glorias del ayer estuvieron en la fiesta de reapertura de El Cairo. Porque, mal que le pese a los muchachos de la mesa de los galanes, el gran atractivo del bar de Sarmiento y Santa Fe siempre fueron las chicas. Hay que sincerarse: nunca nadie fue a El Cairo para disfrutar de la animada charla del Negro Centurión o de las desopilantes ocurrencias del Pitufo Fernández y mucho menos de los comentarios ácidos del Cary Portesio. Para nada. Si había una razón para pelear a los codazos un lugar en sus mesas era por la promesa de acción que suponían las bellezas que, como quien no quiere la cosa, se dejaban caer por el bar. Pero ninguna fue al cóctel de relanzamiento del local. En su lugar estaba Valeria Schapira, que por fin le dio descanso al trajecito amarillo que venía usando para cuanta fiesta la invitaban en la ciudad y se disfrazó de intelectual. También estaba Susana Rueda, que desde que Dios la ayuda anda por la vida con una carita de cansada que alimenta ese instinto paternal que todo hombre tiene en el corazón. Y eso que a su lado estaba Mariana Buchín, que con el pelo ensortijado acariciándole los hombros desnudos y un elegante conjunto negro parecía una modelo de Dona Karan. "Una obra de arte", sentenció Emilio Moya, que fiel a su costumbre lució un traje azul marino que le sentaba de maravillas, aunque, hay que decirlo, no le vendría nada mal darse una vueltita por Slim Center. Pero el empresario gastronómico no es el único de la vieja guardia de El Cairo que pide a gritos un free-pass para el Euro Gym. Tanta noche, tanta bohemia, dejó sus pobres cuerpos maltrechos. Lo hubieran visto la desesperación con que el otrora incansable Zorro Milicich, después de pasarse un par de horas yendo y viniendo saludando gente, buscaba una silla donde sentarse. "Tiene jodida la rodilla", lo excusó haciendo causa común Alejandro Rezzoaglio, mientras los ojos se le iban detrás de las piernas asesinas de Anita D'Angelo, que desde que llegó no hizo más que rechazar propuestas indecentes. ¿Nadie se enteró que la niña está comprometida? Se ve que no.
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