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 viernes, 26 de noviembre de 2004  
Sin salvavidas. La piragua en la que iba Luciano Oruzar se dio vuelta. Sus dos compañeros fueron rescatados con vida
Un joven desapareció en el río y es el tercer caso en diez días
Prefectura lo busca intensamente. La semana pasada dos pescadores murieron ahogados

A menos de una semana de que se inaugurara la temporada de verano en las playas de la costa norte, el río le jugó una mala pasada a un joven de 18 años. Junto a dos amigos, Luciano Orúzar volvía anteayer por la tarde del Banquito cuando se levantó un fuerte viento, la piragua en donde viajaban se dio vuelta y cayeron al agua. Unos pescadores rescataron a dos muchachos, pero al cierre de esta edición un guardacosta y una lancha de Prefectura todavía buscaban el cuerpo de Luciano en la zona sur de la ciudad.

"El problema es que la embarcación se hundió muy cerca del canal de navegación, donde el río es hondo, y eso complica la búsqueda", explicó el jefe de zona de Prefectura, Marcelo Valentini.

Rigurosamente, cada media hora sus familiares se acercaban o llamaban al destacamento de cortada Mangrullo, desde donde se había montado el operativo de rastrillaje. "Estamos destruidos", aseguraba su hermano Roberto, apenas tres años mayor que él.

El de estos jóvenes es el segundo accidente grave que se produce en el río durante los últimos diez días. El lunes de la semana pasada una embarcación con tres pescadores se hundió en zona de islas y dos hombres perdieron la vida.


Vecinos del río
Luciano Orúzar vive en el barrio Saladillo con su mamá y sus cuatro hermanos. No muy lejos del lugar desde donde anteayer salió con la piragua rumbo a la isla con la idea de cazar ranas. Del barrio eran también los dos amigos que lo acompañaban: Diego, de 14 años, y Raúl, de 28 años.

"Ibamos siempre a la isla a cazar ranas -contó Diego-. Y esta vez nos acompañó Luciano. Salimos al mediodía en la piragua de un amigo. Paramos primero en el Banquito, y después intentamos cruzar a la isla, pero se levantó viento y no pudimos".

Según recordó el chico, "estuvimos un rato en el Banquito, juntamos algunas plantas como para volver con algo, para llevarle algo a la mamá de Luciano". Así estuvieron hasta las 16, cuando decidieron emprender la vuelta.

Diego y Raúl tomaron los remos de la piragua, Luciano se acomodó en el medio, entre los dos asientos que tiene la embarcación. Ninguno de los tres tenía chaleco salvavidas.

Y en eso estaban cuando, a sólo 150 metros de la costa, el viento dio vuelta la piragua y los tres cayeron al agua. "Mis compañeros estaban muy nerviosos, empezaron a gritar. Yo traté de quedarme tranquilo porque sabía que si me ponía mal me iba a ahogar", recordó Diego.

El pibe intentó dar algunas brazadas rumbo a la costa, y en eso estaba cuando se encontró con unos pescadores. "Yo me subí a la canoa y ayudé a subir a Raúl. Después buscamos a Luciano, pero no pudimos encontrarlo. Había desaparecido", dijo.

Una vez en la costa la escena volvió a repetirse. "Pensábamos que podía haber llegado nadando, pero no fue así".

Raúl sufrió un shock nervioso y debió ser asistido por médicos del Sistema Integrado de Emergencia Sanitaria (Sies) que lo derivaron a la guardia del Hospital Roque Sáenz Peña, donde permaneció en observación algunas horas.

A Diego le tocó llevar la noticia a la casa de Luciano.

"Fue horrible, mi mamá se puso como loca. No sabíamos que se había ido al río, sólo nos había dicho que se iba a cazar ranas", recordó Roberto.

Los dos hermanos trabajan en una empresa constructora. "Ayer (por anteayer) no fuimos porque por la mañana llovía", dijo el muchacho y soltó un lamento: "Si hubiéramos ido a trabajar, esto no hubiera pasado".

Al cierre de esta edición, la Prefectura continuaba buscando el cuerpo del muchacho. "Un guardacosta y una lancha están trabajando en la zona del Saladillo hacia el sur. Y así seguirán mañana (por hoy)", indicó Valentini, jefe de zona de Prefectura.


Sin salvavidas
No hay estadísticas exactas sobre la cantidad de accidentes fatales que, año a año, se producen en el Paraná, pero se estima que en total suman entre 10 y 20 cada temporada de verano.

Estos tienen como protagonistas tanto a jóvenes como a adultos, varones y mujeres, pero el desencadenante es siempre el mismo factor: "La imprudencia y la falta de normas de seguridad", enumera Valentini y rápidamente advierte que "estas muertes se podrían evitar fácilmente si los navegantes usaran chalecos salvavidas" (ver aparte).

Justamente, este es uno de los puntos sobre los que más insistencia se hace cada verano cuando la Prefectura comienza el operativo Río y Sol, tendiente a controlar el cumplimiento de las normas de seguridad en las embarcaciones.

Pero el éxito, según reconocen los mismos prefectos, raramente es positivo. "Es una lástima porque los paramos con el guardacostas, les pedimos que se pongan el chaleco y cuando se alejan unos metros se lo vuelven a sacar", se quejan los efectivos.
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El operativo de rastrillaje de Prefectura se montó en la zona sur de la ciudad.

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