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 domingo, 21 de noviembre de 2004  
Sábato tuvo un emotivo homenaje: 2.200 personas lo aplaudieron de pie en el teatro El Círculo
Los ojos del escritor se cubrieron de lágrimas varias veces ante un teatro repleto

Carina Bazzoni / La Capital

Ernesto Sábato no sólo se llevó ayer el reconocimiento de la Real Academia Española(RAE), de las 22 Academias de la Lengua, del Instituto Cervantes y de los académicos y profesionales que asistieron al III Congreso Internacional de la Lengua Española; sino también el cariño de unas 2.200 personas que colmaron el teatro El Círculo para verlo. Lo aplaudieron de pie durante más de 15 minutos y sumaron verdadera emoción al acto. Tan genuina que, en más de una oportunidad, los ojos del escritor se llenaron de lágrimas.

Media hora antes de comenzar el acto, los alrededores del teatro ya permitían pronosticar lo que sucedería. Había dos cuadras de personas que, en una cola compacta y gruesa, esperaban su turno para ingresar a la sala.

Quienes habían llegado más temprano pudieron acomodarse en los mejores lugares. Pero los rezagados tuvieron un beneficio extra. Puntualmente a las 12 vieron llegar a Sábato al teatro, bajarse tembloroso del auto que lo depositó en la puerta y detenerse un rato para agradecer con la mano los aplausos y los gritos de "maestro".

Gestos que sorprendieron a una cronista de la televisión española. "Pero caramba cómo queréis vosotros a este hombre", dijo mientras intentaba robar alguna declaración al escritor.

La escena se repetiría adentro de El Círculo que -como en ninguna de las jornadas anteriores del Congreso- estaba completamente atestado de gente, al punto que muchos se quedaron sin asiento.

De la mano de su compañera, Elvira González Fraga, Sábato se ubicó en un palco, desde donde volvió a saludar y a recibir aplausos. "Genio, maestro", le gritaban y no faltó alguno que en medio del silencio le recordara su nueva pertenencia futbolística: "centralista", sumó.

En el escenario estaban la subsecretaria de Cultura de la Nación, Magdalena Faillace, el escritor José Saramago, la senadora Cristina Fernández de Kirchner, el gobernador Jorge Obeid, el presidente de la Real Academia Española, Víctor García de la Concha; el director del Instituto Cervantes, César Molina, y el intendente Miguel Lifschitz.


Admiración, afecto y cariño
A Molina le correspondió iniciar los discursos. Entonces recordó que la RAE y las academias de la lengua consideraron "una obligación" realizar durante este Congreso un homenaje a Sábato "no sólo por ser uno de los más grandes escritores argentinos, sino por ser uno de los más grandes escritores de nuestra lengua".

Así, señaló que en septiembre el Instituto Cervantes puso el nombre de Sábato a una de sus bibliotecas, la de Budapest (Hungría); además de imprimir un fragmento de "El Túnel", en una libreta en blanco que el instituto entrega habitualmente a los alumnos de distintos colegios, pensando que ese texto "les va a animar a ellos a saber que pueden escribir también", dijo.

El presidente de la RAE fue el segundo en hablar. Lo llamó "querido maestro" y confesó que no tenía palabras para elogiar su obra, "toda una paradoja ya que soy el presidente de la academia de letras", apuntó. Entonces apeló al refrán castellano que indica que "la palabra es corta si el agradecimiento es grande".

Así, comparó la escritura de Sábato con el Paraná, "un río que se sobrepone a la tierra, que con la tierra se marida, arrastrando naturaleza e historia hasta llegar a configurar un espejo de plata que nos devuelve la imagen de lo que somos con el trasfondo en ecos sucesivos de que somos así porque hemos sido también esto y lo otro".

Después llegó el turno de Saramago, quien recordó su primer contacto con "El Túnel" y con su autor a quien definió como "un profeta áspero y agreste que la vejez no ha conseguido dominar" (ver página 14).

Una grabación trajo entonces la voz de Sábato, más joven, leyendo un fragmento de "Abaddón el exterminador". Recién entonces, el escritor subió al escenario de El Círculo. Con pasos lentos y temblorosos llegó a su centro, volvió a recorrer con su mirada el teatro repleto, volvió a escuchar "maestro", "genio", "bravo", volvió a secar sus lágrimas. Cristina Fernández de Kirchner le entregó un mate de plata con el logo del Congreso. Las 2.200 personas seguían aplaudiendo de pie. El homenaje había llegado a su fin.
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Sábato vivió ayer un día a pura emoción.

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