Año CXXXVII Nº 48564
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 domingo, 07 de noviembre de 2004  
Opinión: De aficcionados y barrabravas

Las cosas importantes en el fútbol han transitado dentro de la pasión y el sentimiento. En el mundo sólo se recuerda algo similar en las corridas de toros, y que llevó a que Ortega y Gasset (filósofo español, l883-l955, autor de La rebelión de las masas, escrita en l938) señalara que era extraño que no se escribiera en los países sudamericanos sobre lo que significaba el fútbol en la gente de esa parte del continente.

Desde esta columna se pretende llegar a cómo el público que comenzó como simple observador en las postrimerías del 1800, cuando sólo se jugaba en iglesias, colegios y lugares de trabajo, a como su afición creció de tal manera que hoy es muy difícil hablar de fútbol, y no mencionar las injerencias del público en las decisiones más importantes. Estos grupos sociales, que nacieron casi al mismo tiempo que los partidos políticos (el radicalismo de la mano de Leandro N. Alem, en l890) caminaron del brazo y con el tiempo se convirtieron en sus bases. Por esto tendrían que pasar muchos años para que los políticos dijeran de quién eran hinchas, y que no perdieran votos.

Paralelamente a la expansión del fútbol, en el país iba creciendo el "amor" a la camiseta. Nace el hincha, persona que demuestra un entusiasmo excesivo por algo, y las diferencias son notables. En nuestra ciudad, Rosario Central de nacimiento ferroviario, es quizá, uno de los primeros clubes que sus hinchas viajan a Buenos Aires para alentarlos. Newell's con otro origen, el colegio, vivía esa pasión de otra manera. Boca se quedó donde nació y River se mudó al norte. Hay similitudes en los hinchas de Boca y Central.

Los hinchas históricos, como los llamaban a los que no se perdían partidos, los fueron reemplazando los que veían la forma de sacar algunas ventajas al sentimiento. Se fueron acercando a los políticos y cambiaban los escenarios, pero no las actitudes. El bombo y los trapos (las banderas), formaban la escenografía de las tribunas cuando jugaba su equipo y empezaban a dar asistencias perfectas en los actos políticos. Después vendrían los cargos en reparticiones públicas y la reciprocidad de compromisos. La lista es interminable, de estos hinchas, que con el tiempo se convirtieron en hombres de confianza para algunas tareas especificas. Tenían códigos y eso gustaba a sus patrones. Se sentían como peces en el agua, en el fútbol y la política. Y dieron luego el salto al gran protagonismo. Conocieron algunas cosas "raras" en el fútbol y sus dirigentes tuvieron que pactar, como también lo hicieron jugadores, directores técnicos y representantes. Primero fueron las entradas de local y visitantes, y bastantes, para vender algunas y pagar algunas extras. Después los ómnibus a los dirigentes y los viáticos a los jugadores y técnicos, esto era a cambio del aliento y de poner el pecho de visitante. Y a los representantes e intermediarios, la ovación para sus representados. Y a los dirigentes, la apretada a su familia y los agravios al palco oficial, si no aparecían las respuestas a sus necesidades. Se fueron haciendo dueños del fútbol. Muchos dejaron las tribunas de las cabeceras y empezaron a dominar todo con celulares desde cómodas plateas y se trasladan con modernos autos sports.

Es hora de preguntarse de dónde sale el dinero del buen pasar. No son agentes Fifa, pero tienen participación en algunas transferencias. Estarían obligando a dirigentes a la contratación de algunos jugadores, porque tendrían algunas acciones a su favor. Y lo más grave, desde algunos lugares se están investigando, que estos nuevos socios, estarían operando como agentes en los arreglos de partidos y esto los estarían realizando a través de las extorsiones a los jugadores de sus equipos. Esto no es nuevo en el mundo del fútbol. En Italia, operaban en las apuestas y presionaban a los jugadores para arreglar el resultado. ¿Estaremos frente a la versión argentina de la Cosa Nostra italiana? l
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