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 domingo, 07 de noviembre de 2004  
Trasladaron los restos de la beata sor María Ludovica

Escoltados por más de 500 personas, los restos de Sor María Ludovica, recientemente beatificada por Juan Pablo II, fueron trasladados ayer desde la capilla del Hospital de Niños a la Catedral platense, donde descansarán definitivamente. La urna que guarda sus restos fue transportada en procesión por las calles de la ciudad, en una cureña del Ejército.

La peregrinación comenzó en las puertas de la capilla del Hospital de Niños, donde quedó depositado el esternón de Ludovica dentro de un relicario.

En la Catedral, los restos de la beata fueron colocados en un altar diseñado a la derecha de la nave principal del templo, en un ceremonia presidida por el arzobispo de La Plata, monseñor Héctor Aguer.

Sor María Ludovica fue declarada venerable en 2001 y el milagro que se le atribuye habría ocurrido en 1988 con una "curación científicamente inexplicable" de un niña con espina bífida, las vías urinarias, la vejiga y un riñón deteriorados y las piernas inmovilizadas.

Según explicaron fuentes de la congregación de las Hijas de Nuestra Señora de la Misericordia, a la que pertenecía Sor María, ante el cuadro que padecía la pequeña aconsejaron llevarla al panteón de la congregación donde estaban los restos de la religiosa.

Los padres de la niña la colocaron junto al féretro y rezaron, y luego la niña se paró y a los 20 meses caminó normalmente.

A los cuatro años, cuando iba a ser operada de la vejiga para una reconstrucción, se constató que el órgano se había ampliado y funcionaba normalmente.

El 2 de octubre pasado, el Papa Juan Pablo II beatificó a sor Ludovica y dispuso que se recuerde cada 25 de febrero a la religiosa italiana que pasó gran parte de su vida en la Argentina y desarrolló su labor misionera en la ciudad de La Plata, en el hospital que desde hace años lleva su nombre.

Antonia De Angelis, tal su verdadero nombre, nació en 1880 en Italia, en la provincia de L'Aquila y a los 27 años, dos años después de ordenarse en la congregación Hijas de Nuestra Señora de la Misericordia, viajó a la capital bonaerense donde desarrolló una extraordinaria labor en el Hospital de Niños.

Sor María Ludovica dedicó su vida a ayudar a las personas humildes, pero su especial desvelo fueron los niños desvalidos y enfermos. (Télam)
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