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 domingo, 07 de noviembre de 2004  
El cazador oculto: El daño colateral del vino francés

Ricardo Luque / La Capital

No hay nada mejor, después de una tormenta de primavera, que una noche fresca, al aire libre y en buena compañía. Y eso fue lo que sucedió durante la presentación de la nueva línea de vinos ultra premium Chacayes que la bodega Lurton organizó en el salón de golf del Jockey Club. Una paquetería. Más si invitaba Paola Brussa, que con sus modales de señorita de alta sociedad no tiene nada que envidiarle al Conde Chicoff, y la reunión era amenizada por el mismísimo Jacques Lurton, uno de los propietarios de la casa de vinos que, a pesar de hablar una risueña media lengua, supo hacerse entender. Si no pregúntenle a Adrián Gallo, que se entusiasmó tanto que, antes de que comenzara la degustación, ya tenía la nariz colorada como un payaso. Claro. El benjamín de la plantilla del 3, un auténtico boy scout (está siempre listo), no pudo evitar sacarle provecho a la velada. Más cuando se enteró de que el vino que se servía se vende a razón de 80 dólares la botella. Pero no fue el único. Walter Castro, quien vaya uno a saber por qué tuvo toda la noche una enorme sonrisa dibujada en el rostro, también quedó prendado por el vigoroso sabor del malbec, y vació uno tras otro los generosos copones que le acercaba su fiel escudero Pico Carreras. Igual que Teresita Roveri, quien a medida que el tiempo pasaba fue perdiendo la línea y terminó huyendo rauda y veloz, con el brote de vid que se obsequiaba a los invitados apretado contra el pecho, como si fuera un botín de guerra. Curiosamente Augusto Saracco y Juan Carlos Jaskelioff apenas si mojaron los labios en el delicioso elixir que tan generosamente circuló durante la velada. Y no es para menos. Después de la resaca infernal que les dejó la Expo Sabores del Vino, el dúo dinámico, como los apodan cariñosamente sus colegas, ven una uva y lloran. Una sensación que Gachi Santone, después de pasar una semana en la montaña rusa de los Magazine, conoce y bien. Tenía el pelo en llamas y no era sólo tintura de pelo. Para nada. Sufría los daños colaterales de tratar de seguirle el ritmo a Charlie Bermejo. Un cuadro grave. Peor que el de Andrea Rodríguez, la inquieta RR.PP. de Rock and Feller's, que después de su viaje a Sudáfrica habla ronroneando como una leona en celo. ¡Y las cosas que dice!
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