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 domingo, 07 de noviembre de 2004  
Un Congreso para discutir sobre el futuro del español y sus normas
Riestra, Fontanarrosa y Múgica adelantan sus ponencias y los debates que esperan abrir

¿Qué lugar ocupará el español en el escenario de la globalización? ¿Cómo sobrevivirá al aumento de personas que lo hablan que ya suman 400 millones, en 22 países? ¿Y al acoso de los medios de comunicación, películas, series y telenovelas?. Unos 150 académicos, escritores, profesionales y escritores intentarán contestar estas y otras preguntas en el III Congreso Internacional de la Lengua Española que comenzará en sólo 10 días en el Teatro El Círculo y el Centro Cultural Parque de España. Como un adelanto de los debates que vendrán, tres panelistas locales -Jorge Riestra, Roberto Fontanarrosa y Nora Múgica- adelantan sus ponencias que, lejos de la solemnidad, girarán sobre algo de todos los días: el idioma que se habla, se escribe y se escucha, el que le da nombres a las cosas y a las personas, y que nos hace humanos.

"Todos los que participamos trabajamos con el lenguaje desde hace muchos años", dice Riestra. El escritor fue convocado para hablar del español, su apertura hacia la universalidad y el diálogo con otras literaturas.

Pero, más que hablar de libros, o referencias librescas, Riestra prefiere compartir "las vivencias que cada uno ha acumulado a lo largo de muchos años de labor con la realidad, la imaginación y el lenguaje" escribiendo "en sociedades que padecieron feroces dictaduras y hoy sufren la destrucción de sus fuentes de trabajo, la miseria y el retroceso cultural".

Para esto, todos los panelistas tendrán un tiempo más que estricto. Un máximo de 10 minutos para leer sus ponencias y otros 30 para debatir posturas. La duración de las sesiones plenarias también está pautada: media hora para la presentación general y 90 minutos de mesa redonda.

Aún así, quienes participarán del congreso no se desaniman. "Yo no tengo un ánimo muy festivo pero lo voy a vivir como una fiesta", asegura Roberto Fontanarrosa, quien estará en la mesa redonda de una sesión sobre español internacional e internacionalización del español.

Allí, el escritor intentará preguntar ¿por qué son malas las malas palabras?, y también ¿quién determina que sean malas? y ¿por qué se las margina?. "Por supuesto, no haré más que plantear una curiosidad, sin dar ninguna respuesta -advierte-. Porque en realidad los lingüistas tienen tanta influencia sobre el habla coloquial como los astrónomos sobre el movimiento de los astros".


"Se me lo cayó"
Justamente sobre este mismo tema -la relación entre el idioma y sus hablantes- se explayará la lingüista Nora Múgica. "Me interesan las variaciones regionales que tiene el idioma que, si bien en principio pueden ser cuestionables gramaticalmente merecen todo un análisis", dice y rápidamente pone un ejemplo: "En ciertas regiones como Catamarca, muchos dicen «se me lo cayó», que si bien puede parecer una forma aberrante del uso del idioma tiene gran raigambre y no podemos relegarla diciendo simplemente que no corresponde".

Cuestiones como esta planteará Múgica en uno de los paneles de la sección sobre aspectos ideológicos y sociales de la identidad lingüística. Si bien se la convocó para hablar sobre "La norma: castellano, español, idioma nacional", la investigadora prefiere referirse a "las variaciones y los choques que se plantean en las diferentes regiones del país".

Y, fundamentalmente, el lugar que tiene la enseñanza del idioma en estos lugares porque "los jóvenes escolarizados no tienen por qué sentir que una cosa es mejor que la otra, pero tampoco pueden conocer sólo la realidad lingüística de su región porque los estaría limitando en sus alcances comunicativos".
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