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 sábado, 06 de noviembre de 2004  
Terror rural. Productores agropecuarios de Pueblo Esther asaltados por segunda vez en 18 días
Dos familias revivieron una pesadilla a manos de delincuentes encapuchados

Ariel Etcheverry / La Capital

Las familias de Antonio y Pedro Persichini, dos hermanos y productores agropecuarios afincados en el límite entre General Lagos y Pueblo Esther, revivieron el miércoles el terror que hace sólo un par de semanas un grupo de hampones encapuchados les infligió durante casi tres horas. Como una mueca del destino, la historia se repitió a plena luz del día cuando ambas familias todavía no habían tenido tiempo de asimilar el caso anterior. Para colmo, esta vez los delincuentes escaparon en el mismo auto en que lo hicieron la primera ocasión. En esta oportunidad se llevaron una escopeta y algo de plata que encontraron en la vivienda.

"Vamos a volver cuántas veces sean necesarias", le respondió uno de los encapuchados a Antonio cuando el dueño de casa murmuraba su bronca y comentaba que hacía apenas 18 días una banda tuvo en vilo a las dos familias. "A mí no me consta que sean los mismos tipos. Además, tenían capuchas, era imposible reconocerlos", comentó el productor.

Pedro, de 53 años, contó a La Capital que a partir del primer episodio, ocurrido el lunes 18 de octubre, la policía de Pueblo Esther patrulla más seguido la extensa zona rural que circunda la autopista Pedro Aramburu. Pero el incremento de la vigilancia y la presencia de móviles parece no preocupar a los delincuentes.

Pedro y Antonio conducen junto a sus esposas e hijos una chacra ubicada a unos 500 metros de la ruta, y a un kilómetro al sur de la planta de General Motors. Es un lugar apacible, desde donde puede verse el intenso tránsito de la autopista a Buenos Aires sin que los sonidos de camiones y autos lleguen a molestar. Salvo la silueta de la fábrica automotriz, todo lo que rodea a la casa de los Persichini es verde, naturaleza y tranquilidad. Así y todo, Pedro ya no sabe qué pensar al respecto sobre la paz que sentía junto a sus familiares antes de los atracos. "Esto nos cambió la forma de pensar. Estamos radicados acá desde hace muchísimo tiempo, trabajamos la tierra, tenemos las herramientas, pero ya no nos quedan ganas de seguir", admitió.


Una tarde de terror
Eran las 16.30 del miércoles cuando Antonio estaba junto a uno de sus sobrinos en el galpón que está en la parte trasera de la chacra. Realizaban tareas de limpieza cuando aparecieron dos hombres armados y encapuchados. Hasta ese momento, nadie había escuchado el ruido del motor de un auto acercándose a la vivienda. Por eso se cree que los hampones habrían llegado directamente a pie. Antonio y el hijo de Pedro fueron encañonados con armas y conducidos hacia el interior de la vivienda. Allí estaban María Esther, la mujer de Antonio; sus dos hijas de 23 y 18 años; Graciela, la esposa de Pedro, y su otro hijo, que tiene 13 años.

Pedro no se encontraba allí porque se había ido al pueblo a hacer unas compras y se salvó. "Estuvieron casi media hora adentro. Revisaron las habitaciones, revolvieron todo, pero por suerte no le pegaron a nadie. Esta vez nos fue mejor, porque estuvieron media hora cuando la otra vez se quedaron dos horas y cuarto", remarcó el productor.

Pedro y su familia sospechan que la banda pudo utilizar una casa de fin de semana ubicada cerca de la suya como punto de partida antes de la violenta irrupción. "Esa casa está a medio construir y la policía encontró espirales para mosquito, restos de comida y de mate, como si hubieran pasado una noche ahí", especuló el hombre. Luego de revolver todo, los hampones tomaron una escopeta, algo de dinero y se marcharon con el Renault Clío de Pedro.

Ese mismo vehículo se habían llevado los asaltantes del 18 de octubre. Poco después de aquel asalto, el coche apareció. Ayer, Pedro no podía creer tanta mala suerte. "Para colmo hasta ahora la policía no lo encuentra", dijo. Los hampones escaparon por un camino de tierra que sale por detrás de General Motor. "Se fueron por ahí porque si salían a la autopista se hubieran cruzado con la policía que llegó bastante rápido", añadió.
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Pedro Persichini ya está pensando en abandonar el campo ante la ola de robos.

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