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 sábado, 06 de noviembre de 2004  
Respuesta a críticas a los maestros

Con respecto a la nota publicada el jueves 28 de octubre, del señor Raúl Ghione, queremos expresar lo siguiente. Dice el ex maestro y abogado "maestros eran los de antes" y me pregunto ¿hace mucho que es ex maestro? ¿Cómo puede ser alguien ex maestro? ¿En qué país ha vivido en los últimos 15 o 20 años? ¿Ha visitado una escuela últimamente? Sus hijos, si los tiene: ¿fueron a una escuela pública? La educación atraviesa una profunda crisis de desinstitucionalización. Ya no se trata sólo de una escuela fragmentada, de un sistema educativo sólo sostenido por docentes que lo intentan todo, sino de una falta de identidad, propósitos y marcos conceptuales que permitan definir a todos qué roles, qué lugar y fundamentalmente los propósitos de la escuela. La ley federal de educación, panacea infame de la década del 90, se erigió como la más integradora de la realidad, pero resultó inversa a la socialización universal que todos llevamos en el inconsciente colectivo. Entonces, la educación no iguala. El Estado dejó su rol de igualar a los ciudadanos en el derecho a la educación. Esta ley incluyó conceptos como "competitividad" y "equidad" que nada tienen que ver con los altos valores y los sentidos de la ciudadanía: solidaridad, paz, democracia, igualdad, respeto, justicia, cooperación, libertad. Y en tanto, esta ley fue mostrando sus limitaciones en la práctica, ya que una crisis económica, social y moral se nos presentaba cada vez más dura, llegando a niveles inimaginables. Tal el grado de esta crisis de casi diez años que nos sorprendió preguntando a nuestros alumnos: ¿cuánto hace que no comés algo? Ni hablar de ¿cuál ha sido tu última comida? o ¿qué has comido en casa últimamente? Y sentir cómo se nos estruja el corazón al darnos cuenta de que no podemos hacerle frente a tal situación, aunque siempre tratamos de buscar en la escuela algo para que coman. ¿Y enseñar? Ante esa realidad enseñar pasa a segundo plano y pierde protagonismo, pero de todas maneras volvemos al aula y tratamos de seguir con nuestra clase implementando nuestras mejores estrategias para que la escuela tenga sentido, la carga de los niños se aliviane, su autoestima se eleve y el objetivo de aprender se cumpla. No sólo llevamos esto en la "mochila" los maestros, sino que además cumplimos funciones que no son específicas: (trabajador social, psicólogo familiar, enfermeros, administrativos, etcétera) y que se reproducen en estrés, fatiga física y mental, sobrecargas horarias y hasta enfermedades infectocontagiosas. A pesar de sus ideas que no compartimos, y de cuanta lamentación y denuncia que podamos hacer las maestras y maestros, seguimos recibiendo de los chicos toda la energía que ellos naturalmente nos donan y disfrutamos infinitamente con sus pequeños logros cotidianos que sólo nosotros sabemos ver. Somos unos optimistas incorregibles (parafraseando a alguien). Adentrarnos en la condición de trabajadores de los maestros ni siquiera es un capítulo aparte, orgullosamente eso es lo que somos: trabajadores de la educación.

Graciela Rodríguez y María Elena Giménez, trabajadoras

de la educación


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