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 domingo, 10 de octubre de 2004

Panorama político
¿Lo que sirve se retoca?

Mauricio Maronna / La Capital

La ley de lemas consumió otra semana en la agenda del poder político santafesino y, como saldo, varias evidencias quedaron constatadas.

Lejos de discutir niveles de crecimiento, golpearse el pecho por indicadores económicos que convierten varias capas de su geografía en receptora directa de los beneficios de los nuevos vientos o estableciendo políticas de lobby para penetrar nuevos mercados de la mano de la bonanza que llega de la mano de su producción primaria, la provincia sigue el derrotero signado por su sistema electoral.

Lo que sirve no se deroga, en todo caso se retoca, entendieron ocho senadores justicialistas que, el jueves, lograron imponer en la Cámara alta un proyecto que venía lucubrándose desde la mismísima Casa Gris, aunque ese episodio haya quedado escondido bajo siete llaves.

El domingo 4 de julio pasado, desde esta columna se escribió que, para evitar que la sangre llegue al río, algunos dirigentes de distintas líneas internas del justicialismo santafesino habían comenzado a trabajar en el armado de un nuevo sistema electoral: "Un esquema mixto que contempla las internas abiertas y simultáneas para los comicios a gobernador y vice, mantiene la ley de lemas para las elecciones en municipios de segunda categoría y comunas y establece la autonomía para Rosario y Santa Fe, que deberán dictarse sus propias cartas electorales".

La iniciativa que se manejaba hace casi cuatro meses tenía como padres a funcionarios del propio gobierno provincial. Revisar los archivos suele ser un ejercicio interesante y eficaz para entender el decurso de los acontecimientos. Desde la agitada sesión de jueves hasta hoy, en Santa Fe sobraron adjetivos, acusaciones e insultos.

Los líderes de la oposición rompieron todos los manuales modernos de marketing político y sobresaturaron a una sociedad que, entre la indiferencia y el hartazgo, se mantuvo tan lejos del debate como Rosario de Alaska.

El sistema electoral santafesino que salió del Senado se parece a un camino con colectoras que se abren según sea el esquema que les tocó en suerte.

La eliminación de los lemas para las elecciones a gobernador y vice, diputados y senadores provinciales, es una vía que deberán recorrer todos los habitantes de la provincia, desde Gato Colorado hasta Teodelina, previa escala en elecciones internas abiertas, obligatorias y simultáneas.

A su vez, quienes residan en ciudades de menor volumen que Rosario y Santa Fe deberán seguir conviviendo con la ley de lemas.

Los rosarinos y los habitantes de la capital provincial tendrán que esperar a que sus respectivos concejos municipales dicten sus propias normas. Toda una curiosidad, teniendo en cuenta que la plena autonomía de estos municipios aún es un elemento ausente en la Constitución.


De lo nuestro, lo peor
De todos modos, como para que nadie crea que los actuales dirigentes están pensando en un salto cualitativo a la hora de hacer política, son varios los que se restregan las manos convencidos de que en Rosario lograrán derrumbar la ley que disminuye el número de concejales, lo único verdaderamente innovador que se hizo durante 20 años. Aquí, la posición del intendente Miguel Lifschitz será fundamental. Y él ha dicho a interlocutores ocasionales que no trabajará a favor de aumentar la cantidad de ediles.

En la política argentina el apego a los manuales es apenas una construcción ilusoria, y Santa Fe, lejos de ser la excepción, marca a fuego esa falta de rigor. "Mientras tanto confórmense con la autonomía política", parecen decir desde el texto que pudo imponer Armando Traferri, uno de los que conoce perfectamente el axioma que reza "nadie se suicida en política".

Aunque la iniciativa Traferri haya parecido un conejo sacado de la galera de buenas a primeras, aquella primicia informativa de La Capital del 4 de julio pasado fue desempolvada hace casi quince días en una reunión reservadísima que tuvo lugar en la Casa Gris.

En el encuentro del que participaron, entre otros, el diputado Ariel Dalla Fontana (mano derecha de Jorge Obeid) y los senadores Daniel Depetris, Héctor Ocampo, Alcides Calvo y el propio Traferri, el integrante de la Cámara baja pidió a sus colegas que convencieran a los integrantes del Grupo de los Siete para que dejaran de lado el proyecto Gramajo y consensúen el sistema mixto entre los quince senadores del PJ. "Si ustedes logran eso, nosotros garantizamos que sale en Diputados", habría dicho Dalla Fontana.

"Eso es verdad. A mí me llamaron varias veces para rogarme que dejara de lado la decisión que ya había tomado y me sumara a la otra iniciativa. Pero yo les insistí en que iba a morir con las botas puestas", narra a este diario un senador provincial.

Pese al abroquelamiento de los siete legisladores en su iniciativa, Traferri, perspicaz, se dio cuenta de que bastaba con ocho voluntades para tener mayoría en la atomizada Cámara de Senadores. Y ganó.

Ahora la pelota está en campo del gobernador, que, por estas horas, se debate entre insistir con la media sanción de Diputados y correr el riesgo de que la cuestión quede planchada en el Senado, o tomar distancia y dejar que los integrantes de la Cámara baja se dejen seducir por el sistema mixto. Ayer declaró que insistirá con su proyecto.


La teoría del mal menor
La mayoría justicialista hace que el futuro de la cuestión recaiga en su mano. De hecho, hay quienes sostienen que el proyecto Traferri es el "mal menor" para Obeid, insólitamente carente de tropa propia en la estratégica Cámara de Senadores. "El podrá decir que cumplió con su promesa de derogar la ley de lemas para gobernador y vice y no queda como un traidor hacia adentro del peronismo votando lo que le pedía la oposición. En Casa de Gobierno, más allá de las palabras, el proyecto no disgusta tanto...", comenta una fuente oficial que pide reserva de identidad.

Mientras la cuestión se dirime, la dirigencia política santafesina intenta decodificar alguna señal de Carlos Reutemann, al fin el gran elector de la provincia. El Lole hace lo de siempre: contempla cómo los socialistas, radicales, peronistas y pedepistas se desgañitan en acusaciones cruzadas y convierten a la provincia en un reguero de palabras. ¿Qué pasaría sí, en pocos días más, el senador nacional aparece en escena reiterando lo que fueron sus últimas expresiones sobre la ya intolerable discusión respecto del sistema electoral?

"La ley de lemas cumplió su ciclo, es un sistema agotado", había sentenciado meses atrás. Nada indica que haya cambiado de opinión. Si la mantiene, será el mejor aliado para que el gobernador pueda conseguir que su proyecto quede convertido en ley.

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