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domingo,
21 de
octubre de
2007 |
Primera C
Argentino hizo todo para ganar pero sólo empato en el final
Elbio Evangeliste / Ovación
El grito del final sirvió para darle vía libre a la emociones que estuvieron contenidas durante los 90 minutos. Igual, todo quedó en un mero acto de conformismo. ¿Por qué? Por la sencilla razón de que Argentino mereció mejor suerte. Es que la pobreza futbolística de San Martín de Burzaco fue aprovechada, pero no en toda su dimensión. Generar no menos de 10 situaciones propicias para facturar fue la parte del libreto cumplida al pie de la letra. Desperdiciar todas, salvo una, la que no estaba en los planes.
Desde aquel aviso de San Martín al minuto de juego (remate de Pignattaro apenas alto), Argentino fue amo y señor del partido. Hizo lo que las circunstancias ameritaban frente a un débil rival. Le manejó la pelota, la hizo circular con criterio y lo expuso al cachetazo en reiteradas oportunidades. Pero a la hora de la verdad quedó en deuda.
Nadie podía esperar que Müller, quien en más de una oportunidad fue el salvador, ayer tuviera una tarde para el olvido. De no haber sido por su mala puntería, a los 20’ el salaíto podría hasta haber liquidado el partido. Es que Sebastián Fernández lo dejó en inmejorable posición en un par de ocasiones, pero el Tanque no supo resolver. Igual, caerle con todo al nueve sería un error. Porque más de uno contó con lo suyo.
Fernández marcó el camino una y otra vez a espaldas de un mediocampo de San Martín que tampoco le encontraba la vuelta a la trepada de los volantes albos. Así, todo sucedía en campo de la visita.
Lo mismo que sucedió tras el retorno de los vestuarios. Porque Argentino siguió evidenciando su deseo ganador, pero la puntada final lo siguió martirizando. Müller lo tuvo de cabeza a los 4’ y en un mano a mano a los 16’ (no pudo dominarla), Sánchez la pifió de zurda en el corazón del área a los 24’, Magallán también estuvo cerca a los 25’ cuando su puntín se fue lamiendo el ángulo izquierdo. Pero no hubo caso.
En medio de eso, San Martín aprovechó una de las pocas pelotas que llegaron al área salaíta y Bascuñán (28), facturó con una estupenda media vuelta. Allí, el corazón le ganó la pulseada al fútbol y por eso Argentino ya no fue con tanta claridad, aunque por tanto ir alcanzó al menos algo. Fagiani, en lugar de meterla al área, la jugó baja y tras el centro de Magallán apareció la palomita de Blanco.
Las últimas imágenes del partido mostraron a un Argentino más sonriente, pero cuando las revoluciones bajaron, todos fueron conscientes de que esa alegría fue pasajera. Porque lo que pintó para festejo terminó siendo apenas un consuelo.
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