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domingo,
21 de
octubre de
2007 |
El Museo de la Ciudad, qué pena
Esta semana visitamos el Museo de la Ciudad. Hacía mucho tiempo que no lo hacíamos. Fuimos con ganas de reencontrarnos con esos objetos que nos recuerdan nuestra infancia, a nuestros abuelos, el ayer de nuestra ciudad. Pero no encontramos nada de eso, sólo una farmacia que, por suerte, aún se conserva. Las salas del museo hoy están ocupadas por ramas de árbol con plumas artificiales, fotos pegadas en la pared con imágenes insignificantes (en una de ellas se observa un coito), unos cuadros mediocres, alguno con título insultante, otro que representa a Cristo atado a un remo. En el patio se ven unos bancos antiguos, sucios y oxidados, entre otros elementos que no sabemos que son. También hay un trozo de chapa que dice haber pertenecido al crucero "Manuel Belgrano" hundido en la guerra de las Malvinas, y todo se relaciona con una leyenda sobre indios. Esto forma parte de una exposición itinerante, que bien merecería llamarse delirante, de un tal Oscar Vega. Tal vez no me haya enterado que esto es parte de una broma que no sé comprender. De lo contrario no se explica este raro criterio de arte en una sala pública. Si alguien piensa que exagero, pasen y vean. Ningún observador desinteresado podría calificar esta muestra de buen gusto. Sabemos que mantener nuestras instituciones nos cuesta dinero. Por favor, que se aporte a la cultura. Tal vez las nuevas autoridades municipales del área se decidan a prestar más atención a lo que ocurre en estos espacios "culturales" y se preocupen por la calidad y la seriedad de lo que nos ofrecen.
DNI 17.229.390
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