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domingo,
26 de
agosto de
2007 |
Central perdió ante Huracán y la situación se agrava
Mauricio Tallone / Ovación
Cuesta verlo así a Central. Tan poco reaccionario en la adversidad. El equipo está intervenido por el mal juego y ayer lució abandonado a su suerte. Reforzó la idea de que no encuentra antídotos para sacar la cara ante la falta de resultados. Por eso que haya perdido frente a Huracán en el Gigante es causa suficiente para poner, al menos, bajo sospecha el proyecto de Carlos Ischia.
Es que esta claudicación canalla sucedió bajo el signo de la resignación, lo cual es mucho peor que no saber encontrarle la vuelta a un trámite. Central fue anárquico. No tuvo coordinación colectiva. Por momentos parecía que todos los jugadores querían hacer todo pero ninguno lograba nada. Como pocas veces le pasó cuando juega de local, quedó a remolque del plan de Huracán. El tejido de contención que intentó armar Ischia con el reparto de funciones entre Ledesma y Calgaro se rompió por las deserciones individuales. A la cabeza de todos estuvo Papa, quien nunca se convirtió en una turbina incontenible por la izquierda y se notó que jugó disminuido en lo físico (ver aparte).
Huracán aplicó una de las leyes del fútbol que Central desatendió: la conveniencia de jugar por los costados para estirar y abrir a la defensa. Así llegó el gol de Mendoza luego de un contraataque iniciado por Barrientos. Pero esa circunstancia no fue fruto de la casualidad. Antes de la ventaja, Alvarez ya se había transformado en el mejor filtro de las pésimas coberturas en retroceso de la defensa canalla. Primero le sacó el gol a Coyette, luego se la jugó ante Mendoza y le tapó un cabezazo a Sánchez Prette tras un centro de Cellay.
En la teoría Central esperaba que el partido no le presentara complicaciones extremas. Pero se le quemaron los papeles en un recreo. Arzuaga debía ser una solución en el ataque y apenas fue un foro decorativo en casi todo el partido. Lo mismo le cabe a Vizcarra y ni hablar de Damián Díaz. El único que mereció la exoneración fue Tomy Costa, quien sin hacer nada de otro mundo se las ingenió para mostrar vergüenza en la derrota.
Ya acomodado con la ventaja, Huracán dejó en el segundo tiempo que el gasto mayor se trasladara a las piernas de los jugadores de Central. Sin la pelota, se reservó un papel secundario en el que sobresalieron la seguridad de Barovero y de Barrientos.
Ischia entendió que debía cambiar algo. Por eso lo sacó a Braghieri y puso a Núñez. Ledesma se corrió a la zaga y Central sumó un hombre en terreno rival. La reacción estuvo más vinculada con el orgullo que con un correcto entendimiento del partido. Igual, un par de remates de Costa exigieron a Barovero, a los 63’ llegó una gran habilitación del Kitu que encontró a Papa dormido en la definición y en la última jugada Arzuaga tuvo el empate. Huracán no se apichonó y eso que sufrió la expulsión de Sánchez Prette. Nieto pudo anotar el segundo con un cabezazo y De Federico entró en pánico ante Alvarez.
Así y todo a Huracán le alcanzó para hacer crujir a Central. Por las grietas se filtró otra derrota que sumió al equipo de Ischia en una profunda preocupación. El DT tiene hasta el martes para atar cabos y realizar el correspondiente examen de conciencia para salir a flote de esta situación.
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Fotos
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Pura fricción. Calgaro y Sánchez Prette disputan la pelota.
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