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domingo,
29 de
julio de
2007 |
Inflación y credibilidad
Una de las principales amenazas que acechan a la recuperación nacional es la inflación. En la Argentina el vocablo despierta tétricas resonancias: muchas veces el país fue azotado por tan implacable látigo y la población conoce de memoria los devastadores efectos que provoca. En la actual coyuntura, de verificable bonanza económica aunque con marcadas falencias en el crucial terreno distributivo, el escollo de los aumentos de precios se presenta como grave, sobre todo cuando la percepción popular es que la información oficial sobre el tema difiere radicalmente de la cruda realidad vislumbrada en las góndolas.
El reciente acuerdo de precios celebrado con las principales cadenas de supermercados por el cual éstas se comprometieron a mantener hasta diciembre los precios de la totalidad de los artículos que comercializan debería ser visto como positivo, pero es sin embargo una generalizada desconfianza el sentimiento con el cual fue recibido el anuncio.
Existen sólidos fundamentos para esa reacción por parte de la gente. "El compromiso de las cadenas es que si no hay aumento de sus proveedores, no habrá incrementos", dijo el secretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno. De acuerdo con tales palabras, las garantías no existen.
Lo que sí existe, visible y dolorosamente, son las subas de precios: basta entrar en cualquier supermercado y dirigirse hacia los sectores de lácteos y carnes, nichos tradicionales del hábito alimentario argentino, para que los compradores abran grandes los ojos y en no pocos casos huyan, literalmente, despavoridos.
Es hora de actuar con firmeza pero, sobre todo, de ser creíbles.
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