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 domingo, 29 de julio de 2007  
Una campaña berreta

Por Mauricio Maronna
La campaña electoral santafesina no se ha ensuciado, se ha berretizado. De un día para otro, la civilizada lucha por el poder entre el justicialismo y el Frente Progresista se convirtió en una riña de gallos. Paren de gritar que no se entiende nada.

   El socialismo acusó recibo de los resultados de las primarias, hizo catarsis puertas adentro y decidió encolumnarse enteramente detrás de Hermes Binner, sabedor de que la oportunidad para llegar a la Casa Gris es ahora o nunca. La campaña es puerta a puerta, con todos los sectores incluidos y con la consigna de devolver golpe por golpe.

   El peronismo supo vender mejor los resultados del 1º de julio. Rafael Bielsa se movió rápidamente para morigerar el sofocón de la derrota que sufrió Agustín Rossi y, de un día para otro, lo encolumnó en la cruzada. Las oportunas visitas de Néstor Kirchner a la provincia les levantaron a los muchachos peronistas los glóbulos blancos y rojos obligando a que, nuevamente, los medios nacionales desensillen hasta que aclare.

   Rafael Bielsa cometió un error, a priori, inexplicable: le dio entidad pública a un mail difamatorio y anónimo, denunció a un empleado municipal como autor del libelo y llevó el tema a las páginas de los diarios. El PS salió de la modorra y aprovechó la situación: ahora el título de abogado del ex canciller, su desempeño durante la dictadura y el paso por los gobiernos que precedieron al actual se convirtieron en tema de campaña. Desde Rubén Giustiniani hasta Raúl Lamberto, pasando por el ARI, han salido a mencionar las cuestiones que mortifican al candidato oficialista que, sin embargo, tiene la salida del laberinto frente a sus ojos: convocar a una conferencia de prensa y explicar puntillosamente la cuestión.

Táctica y estrategia. Tras las llegadas de Kirchner a la provincia (tal como se anticipó en estas páginas, una actitud que le dio más oxigeno a él que a las huestes santafesinas del Frente para la Victoria) el disparador que tendría que haber utilizado como pivote el oficialismo era la renuencia de Binner para prestarse a un debate público, con un moderador neutral y reglas de juego preestablecidas. Como sucede en todas las democracias serias del mundo.

   El ex intendente rosarino, astuto, se victimizó ante las andanadas verbales que tuvieron como (poco feliz) corolario el sablazo que Bielsa le propinó: “Binner, cada vez que habla, rebuzna”. Para quien no lo sepa, “rebuzno” es, según la Real Academia Española, “la voz del asno”.

   Tras la respuesta en cadena de la oposición, el diputado nacional del PS dijo el viernes a La Capital que “antes de hacer política” como Bielsa se retira de la contienda, haciendo eje en la bravata del barbado adversario para alejarse definitivamente de un escenario de debate.

   Poco a poco, como una mancha venenosa que se fue extendiendo, el griterío, las acusaciones y la ramplonería desembarcaron en Santa Fe, un territorio desacostumbrado a la crispación y con un electorado poco propenso a dejarse llevar por verbas inflamadas. Nadie sabe cómo terminará la escalada después de que, desde el bielsismo, hicieran mención al “silencio cómplice” del socialismo durante la dictadura.

   El zafarrancho de combate tapa cualquier propuesta, espanta a los ciudadanos independientes y frivoliza una campaña que será histórica por el desenlace que sobrevendrá el 2 de septiembre: si gana Bielsa, el peronismo festejará las bodas de plata en el poder; si el Frente Progresista es el triunfador, por primera vez un socialista gobernará una provincia argentina.

   Los ruidos de los protagonistas de la pelea contrastan con el silencio de radio de los grandes derrotados del 1/7: los encuestadores. Esos señores que se cansaron de lanzar pronósticos que, otra vez, quedaron sepultados bajo el ridículo. Ahora que resultaría importante conocer cómo fue la composición del voto en las primarias; cómo se revertirán algunas tendencias; adónde irán esta vez los votos en blanco, nulos e impugnados o cuántos de quienes votaron a Rossi sufragarán por Binner, los analistas de opinión pública balconean como si fueran periodistas políticos. Y se llaman a silencio.

   La excepción a la regla es Andrés Mautone, quien realizó un trabajo de campo sobre 400 casos y llegó a la conclusión de que los votos en blanco se debieron a que era una elección interna entre candidatos peronistas (24,2%), que no interesaba participar de esa interna (18,2), que Binner igual ya era candidato (15,2), que no estaba de acuerdo con la obligatoriedad (15,2) y que no había buenos candidatos (15,2). Respecto a la abstención, el 16,1 por ciento de los rosarinos se desobligó o decidió no concurrir a las urnas y el 14,3 lo tomó como una interna peronista.

El peso urbano. La clave del primer domingo de septiembre pasará por los resultados en Rosario y ciudad de Santa Fe, fieles de la balanza por su caudal de electores y por circunstancias particularísimas que llegan, sobre todo, desde la capital de la provincia: allí el más votado en las primarias para intendente fue Oscar Cachi Martínez, un peronista cristinista que compite por afuera del Frente para la Victoria y que fue recibido la semana pasada por el presidente de la Nación. “No sólo que no me bajo, sino que seré un gran intendente”, dijo el hombre de la escudería 100 Por Ciento Santafesino. Si el que deserta es Martín Balbarrey, Bielsa se quedará sin candidato en la ciudad del Brigadier López, algo que el ex jefe del Palacio San Martín no se puede permitir teniendo en cuenta las múltiples tracciones que se generan.

   El final sigue siendo de pronóstico reservado, aunque el primer borrador de la historia ya puede escribirse: sea cual fuere el resultado a gobernador, el peronismo seguirá teniendo una poderosa mayoría en la Cámara de Senadores y una buena cantidad de diputados provinciales, lo que obligará al Frente Progresista, si es el triunfador, a mostrar una primera línea de funcionarios con cintura de avispa para negociar todas y cada una de las leyes. Si el gobernador resulta ser Bielsa, el oficialismo tendrá por delante cuatro años de bonanza, sin conflictos en la Legislatura y con la posibilidad de pegar un salto de calidad en los ítems aún borrascosos de la actual gestión.

   No deja de sorprender que, por primera vez desde 1991, Carlos Reutemann haya sido dejado de lado a la hora de la integración de la lista de candidatos a diputado nacional, un tema que despertó menos expectativa entre los santafesinos que los insólitos refuerzos de Newell’s y Central.

   Jorge Obeid aceptó el mandamiento de Kirchner para ser cabeza de lista; el ex subsecretario de la Provincia, Alejandro Rossi (hermano de Agustín) ingresará como número dos, Paulina Fiol (esposa de Héctor Cavallero) irá por la reelección de su banca, al igual que el casi desconocido Gustavo Marconatto, al que solamente uno de cada 50 rosarinos reconocería como actual legislador. También sorprende que el eficiente ministro de Hacienda, Walter Agosto, haya quedado relegado al quinto lugar de la nómina. ¿La ausencia de reutemistas es el preámbulo del retiro de Lole de la política santafesina o la certificación de que los puentes entre la Casa Gris, la Rosada y el senador están bloqueados? El futuro lo dirá.

   Quien también tiene por estas horas la sonrisa más ancha que el río Paraná es Miguel Lifschitz, a quien los resultados de las primarias lo convierten en número puesto para retener la Intendencia pese a la buena oferta que presenta el peronismo con Héctor Cavallero. El titular del Palacio de los Leones fue el más enfático a la hora de criticar “los 24 años de gobiernos justicialistas en la provincia” cuando el Frente se lanzó, la semana pasada, desde el Patio de la Madera.

   Binner, Bielsa, Lifschitz, Cavallero y Alicia Tate son dirigentes honestos, capaces y con sentido común, atributos que no deberían perder a la hora de hacer campaña. La grandilocuencia, el enmascaramiento y el griterío operarán como boomerang ante una sociedad que espera rigor intelectual, algunas propuestas e intercambio de ideas. Si los que ocupan los mejores lugares de la marquesina escapan al debate sería bueno que, al menos, ejerciten ese deber ciudadano quienes aspiran a otros cargos, opción que será bien recibida por los santafesinos.

   Por lo pronto, deberían terminarse los gritos y los rostros crispados en Santa Fe.

   Para eso ya basta con Kirchner & Kirchner, quienes cada vez que hablan hacen recordar a las bravías maestras de escuela primaria que, a mandíbula batiente, mandaban a sus alumnos al fondo de la fila cuando no había ninguna razón para montar en cólera.

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Lifschitz, Cristina, Bielsa, Kirchner y Reutemann.


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