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 domingo, 29 de julio de 2007  
Misceláneas de las acrópolis

Por Carlos Duclos/La Capital
Después de casi nada, esa casi nada que son “ellos”, el ser común, ese ser simple y tantas veces humillado, ese mismo que en el fondo termina siendo casi todo, ese “nosotros”, está muy lejos de las cosas que suceden en las acrópolis políticas. Claro, no tenía que ser así, pero lo es. Nos queda, sin embargo, la pregunta: ¿Acaso en ese otro escenario, en el de “ellos”, están ausentes los despojos, la pena y la miseria humana? ¿Acaso la soledad, esa que siente el pueblo, es decir nosotros, es un sentir desconocido allá en la acrópolis política, allá en lo alto? ¡Quién sabe! Lo que sí es sabido, o puede sospecharse, es que sentir en las alturas, se siente menos o se lo intenta. No sentir, a veces y para algunos, es una suerte, aunque en ello se comprometa hasta la verdadera vida. Lo trágico es que en ese no sentir no sólo se desvanece la verdad del insensible, sino la otra, esa que pertenece o debería pertenecer al pueblo.



Cuestiones sensibles. Salvado este intríngulis a manera de prólogo, echemos un vistazo sobre el escenario de “ellos” y permítasenos reflexionar sobre algunas circunstancias de la acrópolis argentina y santafesina. Durante su viaje a España, la candidata por el kirchnerismo, la señora Cristina, ha expresado una frase que ha sido poco feliz. Dijo: “Prefiero empresarios buenos, inteligentes y que sepan contar. No me interesa que sean sensibles. Para sensibles están los curas y las monjas”. Sin entrar a considerar que se olvidó de los rabinos, los pastores, los monjes y los imanes buenos y de los ateos y agnósticos sensibles, la señora ha incurrido en una contradicción primero y, después, ha corrido el velo y mostró parte de lo que podría ser su pensamiento. Podría ser, porque esperamos que todo haya sido un error y que también Freud se haya equivocado en eso de los actos fallidos. ¿Por qué una contradicción, decimos? Porque es un imposible ser bueno, ser justo y no sentir. La lengua española ha definido a la sensibilidad como la cualidad de una persona de sentir física y moralmente; que puede conocer por medio de los sentidos y que “causa o mueve sentimientos de pena o de dolor”. Esta última acepción es particularmente importante, porque de ella se deriva la misericordia, la piedad, el acto justo. Podría incluso, afirmarse que la sensibilidad es una manifestación del amor.



Ajuste de tarifas. La verdad es que esta insensibilidad, que la señora Cristina recomienda a los empresarios, el pueblo argentino la conoce de memoria. Y no hacen falta los ejemplos, porque no siempre las responsabilidades pesan sobre el gobierno de turno, sino sobre aquellos que siendo operadores económicos privados no son sensibles, sino que con bastante frecuencia son unos duros, desvergonzados, a veces rayanos con el delito, que permanecen impertérritos ante el dolor de los más débiles.

Por lo demás, y mientras la señora acababa de hacer el panegírico a favor de las inversiones españolas en el país ante el señor Zapatero (a quien, como corresponde, le interesan sus zapatos) mandó a la vicejefa de gobierno a expresar que apoyaba el reclamo de las empresas españolas que demandaban un ajuste de tarifas en nuestra Patria.

Si Roberto Arlt viviera, seguramente haría una obra maestra basada en esta acrópolis, porque el presidente, ni lerdo ni perezoso, dijo que algunos empresarios españoles son “incorregibles”. ¿Cómo se entienden estas idas y venidas en la acrópolis política nacional? Acaso deba coincidirse con lo expresado por un licenciado en “la Sorbona de la calle”: “Son divinos, unos maestros gambeteadores, mejores que la pulga Messi; te amagan por la izquierda y te salen por la derecha, o al revés. Y cuando no, tiran un caño”. ¿Impecable no?



¿Y por casa? En la acrópolis santafesina las preocupaciones son otras. Aquí faltan minutos para que termine el partido y... “el gol gana”. Hay muerte súbita. La gestión del gobernador Jorge Obeid ha sido exitosa en casi todos los aspectos. No es casualidad que encabece la lista de diputados nacionales por el Frente para la Victoria y que sea una poderosa locomotora que, incluso, deba tirar a algunos lastres. La gestión de Obeid ha sido transparente, prudente en lo financiero e impulsora de obras; por eso se irá con una excelente imagen. Y en lo que respecta a obras públicas no es casualidad tampoco que Alberto Hammerly encabece la lista de diputados provinciales, ya que ha trabajado infatigablemente en favor de la provincia, y que deba traccionar, también, a algunos otros lastres. Por diversos motivos, además de lo estrictamente funcional, lo de Hammerly es muy plausible. Pero es curioso: el PJ dejó afuera de sus listas de diputados nacionales y provinciales, a personas de valía, incluso pertenecientes a la gestión de Obeid. Por eso, tal vez, haya tanta bronca dando vuelta que se constituyen en vientos favorables para Hermes Binner, quien, a pesar de que seguramente aguardaba una mayor diferencia en las abiertas, se preocupa hoy más en como gobernar que en ganar. Hay que tener cuidado, porque en 30 días (como en los últimos dos minutos del fútbol) todo puede cambiar: “el gol gana”. Y lo cierto que el destino de los candidatos depende, en mucho, o en casi todo, de lo que expresen.



La mayor incomprensión. Tan incomprensibles son las cosas en el peronismo, que el presidente de la Nación recibió en la casa de Gobierno al candidato a intendente, peronista, pero “independiente”, Oscar “Cachi” Martínez, que va por afuera del Frente para la Victoria. Kirchner se sacó una foto con una camiseta del candidato en la mano que fue publicada, a todo color y con gran despliegue, por un vespertino de la ciudad de Santa Fe en las últimas horas. No hay que ser un sagaz analista político para entender que la división del peronismo en la ciudad de Santa Fe beneficia al candidato del Frente Progresista, Barletta, quien de seguir así las cosas podría convertirse en el próximo intendente santafesino. Pregunta: ¿Si la división peronista en Santa Fe es funcional a Barletta, por qué se fogonea? ¿Alguien tendrá una respuesta? Y como se dijo la semana pasada en esta columna, “Binner tiene viento favorable” y, la verdad sea dicha, hasta pareciera que volara con vientos peronistas.
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