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 domingo, 29 de julio de 2007  
Para beber: suelos singulares

Gabriela Gasparini

Voy a continuar con un rápido recorrido por los vinos canarios. Las islas Canarias tienen algunas características singulares que las diferencian de otros lugares dedicados a la vitivinicultura. Una es la diversidad de climas, y otra la variedad de sus suelos, la mayoría volcánicos, que presentan distintos grados de evolución geológica: terrenos en los que no fructificarían otros cultivos sin mermar los ya escasos recursos hídricos. Además, a pesar de haber sufrido distintas plagas como el oídio y el mildiu, la filoxera no atacó sus cultivos cuando peló de uvas el continente. Por eso las viníferas se plantan directamente de sarmientos y se cultivan sobre sus propias raíces en lugar de usar los portainjertos que se volvieron comunes cuando se descubrió que esa era la manera de reconstruir los viñedos europeos.

La mayoría de las cepas llegaron antes de la debacle, por lo que su patrimonio vinícola es único. Dicen algunos autores que la posibilidad de estar enterradas de esta manera les proporciona a las vides beneficios enológicos, longevidad y pureza.

Después de mucho tiempo en el que la industria vinícola parecía casi destinada al olvido, hace algunos años se le empezó a dar un nuevo empuje; se reconocieron denominaciones de origen para las distintas regiones y un entusiasmo contagioso inundó las islas con muy buenos resultados.

Los nombres de sus uvas nos resultan extraños, me refiero a que no son los que solemos manejar con asiduidad, por ejemplo, marmajuelo, bemejuela, sabro, baboso blanco, bastardo blanco, burrablanca, entre las blancas. Almuñeco, listán prieto, bastardo negro, baboso negro, vijariego, entre las tintas. Aunque también están la cabernet sauvignon, syrah, merlot, pedro ximénez, torrontés, tempranillo, pinot noir, malvasía rosada y moscatel negro.

Algunas de las islas tienen formas de cultivo únicas en el mundo. Como es el caso de Lanzarote, territorio predominantemente volcánico, donde los vinicultores, después de retirar la lava plantan las vides en grupos de tres en hoyos excavados en forma de embudos de más de dos metros de profundidad, sobre tierra vegetal y protegidas mediante la construcción con piedra volcánica de pequeños muros cortavientos con formas semicirculares de unos 60 centímetros de

altura.



Blancos, rosados y tintos

Se elaboran fundamentalmente vinos blancos secos, semisecos y dulces como los mistelas, y también algunos rosados y tintos. A rasgos muy generales, los blancos son aromáticos, agradables, frescos y ligeros. De color amarillo con tonalidades verdosas y aromas frutales con toques especiados.

Entre los rosados se destacan los aromas frescos con dejo a almendras. El salmón con destellos violáceos es uno de los tonos característicos. Son ligeros y agradables. En los tintos se destaca el color rojo rubí con tonalidades violetas, aromas intensos y de buena estructura.

Los dulces naturales son vinos de color oro con tonalidades ambarinas, de buena estructura y equilibrados, ideales para el postre. También están los vinos de tea que son envejecidos en barricas de pino canario (tea), lo que le confiere un aroma intenso y sabor típico a resina que se complementan con aromas frutales y herbáceos. Su color es un característico rojo cereza. Esto es sólo un pantallazo para que sepan qué pueden encontrar si tienen la posibilidad de tener alguna botella a mano, y brindar por una industria que se levantó luego de varios tropiezos.



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