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domingo,
29 de
julio de
2007 |
Cocina: sabores de vida
Quique Andreini / La Capital
No se queje porque le propongo dos platos que le llevarán más tiempo para preparar. Un gran Parána relleno y unas albondiguitas con un toque de gusto a cerveza.
Pescado relleno
Ingredientes:
1 pejerrey gran Paraná
miga de pan remojada
100 g de filetes de merluza
100 g de salmón ahumado
3 huevos
1 lata de champiñones
100 g de manteca
1/2 kg de zanahoria glasé
250 g de harina
50 g de manteca
c/n agua
perejil
Abra el pejerrey, saque las escamas, retire las espinas y también el espinazo. Para preparar la pasta para el relleno, hierva la merluza y mézclela después con la miga de pan, los dos huevos, el perejil, el salmón ahumado y los champiñones fileteados.
Rellene con esta pasta el pescado, ciérrelo y envuélvalo en un repasador como si fuera un matambre, atándolo muy bien.
Cocínelo en una asadera cubierta con agua durante 20 minutos, retire y deje enfriar.
Saque el repasador y envuelva el pescado con la masa hecha con la harina, la manteca y el agua. Pinte con el huevo restante batido. Hornee en horno fuerte hasta que la masa esté bien dorada. Acompañe con zanahorias hervidas y escurridas y glaseadas con manteca y azúcar.
Albondiguitas con cerveza
Ingredientes:
2 cebollas
50 g de manteca
1 kilo de carne picada
4 cucharadas de miga de panmojada en leche y exprimida
4 huevos
sal y pimienta
2 cucharadas de harina
2 cucharadas de queso rallado
1 litro y 1/2 de cerveza rubia
Corte las cebollas en juliana y sáltelas en manteca. Mézclelas con la carne y la miga de pan.
Una con los huevos batidos y salpimente. Forme albondiguitas, hágalas rodar por harina mezclada con el queso rallado y ubíquelas de inmediato en una fuente bien enmantecada.
Hornee a temperatura moderada por veinte minutos para dorar. Rehogue con la cerveza y vuélvalas al horno por otros 20 minutos.
Una enseñanza
Mi querida amiga, recuerdo que una vez nos habíamos reunido a estudiar: el tema era el resentimiento y el maestro nos había pedido que lleváramos papas y una bolsa de plástico. En clase tuvimos que elegir una papa por cada persona a la que le guardábamos resentimiento, escribir su nombre en ella y ponerla dentro de la bolsa. Como podrá imaginarse, algunas bolsas eran realmente pesadas. El ejercicio consistía en que durante una semana lleváramos a todos lados esa bolsa de papas. Naturalmente la condición de las papas se iba deteriorando con el tiempo.
Era muy molesto llevar siempre esa bolsa con papas y eso puso en evidencia con mucha claridad el peso inútil que uno carga a diario. Al mismo tiempo noté que tenía que poner mi atención para no olvidarla y por ese motivo desatendía cosas que eran más importantes para mí. Un día, cansado de llevar tanto resentimiento encima,resolví abandonar la bolsa y lo que ella representaba. No sabe qué alivio sentí a partir de ese momento.
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