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 domingo, 29 de julio de 2007  
Interiores: Desprender

Jorge Besso

El verbo desprender remite a una ejecución no siempre sencilla para los humanos de todas las edades y probablemente de todos los confines. La acción de referencia está directamente ligada a su opuesta que es prender. Prender y desprender son dos actos decisivos en la vida de todo el mundo en una oscilación que va del principio al fin, en tanto que la vida comienza por prender y termina con el desprendimiento final. Con un comienzo biológico, pero al mismo tiempo fuertemente social. En algún punto se arriba a un final decididamente existencial, ya que la materialidad restante del final no está habitada por el alma que le dio vida durante la vida, pues ha ido a parar a los recuerdos de los que siguen caminando por la existencia.

Precisamente en el camino que cada cual recorre, todo el mundo prende y desprende cada día en primer lugar entre esas dos fronteras decisivas:

  • Entre el día y la noche.

  • Entre la noche y el día.

    Es sabido que para poder dormir hemos de poder desprender el día que, sin embargo, en ocasiones insiste con sus imágenes, restos y fragmentos de diálogos que resultan interminables. Del mismo modo que para poder prender el día es imprescindible desprender la noche, es decir las imágenes que todavía impregnadas de la lógica onírica, placentera o displacenteramente, nos mantienen prendidos a las sábanas que no nos desprenden.

    De un modo bastante tradicional la madurez se entiende como la adecuada conjunción de desprender y prender, de forma que tenemos que desprendernos de la canción de cuna de nuestra madre, por ejemplo, para que prendidos a alguna música diferente podamos realizar la proeza de conciliar el sueño. La importancia del juego entre prender y desprender también tiene un vinculación directa con el dinero que, a grandes rasgos, divide a los humanos en dos clases:

  • Los desprendidos.

  • Los retenedores.

    Cierta lógica social indica que para los primeros el dinero es un medio, mientras que para los segundos la valiosa plata devino en un fin en sí misma. Pero tal vez lo que ocurre es que la dupla prender desprender se escindió de tal forma que ha perdido su equilibrio mínimo sumiendo al sujeto en lo que desde el psicoanálisis se puede llamar una suerte de lógica anal donde los desprendidos crónicos caen en el vértigo de la diarrea, mientras que los célebres retenedores están atrapados en la trampa del estreñimiento.

    En los duelos es donde el reordenamiento en el interjuego de prender y desprender es más que fundamental, ya que exige al sujeto un esfuerzo muchas veces notable para no caer en el extremo de congelar el tiempo o de ser arrasado por el desprendimiento. En este sentido el psicoanalista A. Green cierra con un cuento inglés, muy fino y de salón, uno de sus libros más importantes:

    Primer acto: dos amigos se encuentran todos los días a la misma hora en un pub a tomarse un whisky cada uno.

    Segundo acto: de pronto a partir de un cierto día va al pub sólo uno de los dos amigos que se pide, cada vez, dos whiskyes. El barman muy intrigado le pregunta finalmente un día qué pasó que viene solo y por qué cada vez repite lo mismo, a lo que el cliente le responde: “Es que mi amigo murió”. Comprendo, agregó el barman.

    Tercer acto: a partir de cierto día el cliente comienza a pedir y tomar un solo whisky, lo que vuelve a intrigar al inefable barman, que no puede menos que volver a interrogar al cliente por el nuevo cambio de actitud. Este amablemente le responde: “Es que he dejado de beber”. El libro se cierra sin ningún comentario por parte del autor que en todo caso queda a cargo de los lectores. El elegante chiste muestra gráficamente el complejo mecanismo de la elaboración del duelo donde en un primer momento el sobreviviente bebe, y a la vez desdoblándose bebe en el lugar del amigo. En un segundo momento, el desdoblamiento se consolida de modo que cuando toma, “él es el amigo”, y le informa al barman que ha dejado de beber. Está claro que uno de los problemas reside en que es imposible que alguien que hace lo del personaje del cuento reciba un mensaje de texto proveniente del hígado que le haga tomar conciencia de que su organismo es el que tiene que metabolizar la bebida, y no el del amigo del que está haciendo el duelo. Pero la psiquis puede realizar estos trucos y piruetas en las que en muchas ocasiones suele quedar detenida, sobre todo cuando triunfa uno de los mecanismos más característicos de la neurosis: los intentos de desprender sin perder.

    Es el caso de las “soluciones a medias” en las adicciones, o el de los separados bajo el mismo techo o el de todas las cosas que se desprenden a medias en las mudanzas. En definitiva, es lo que se repite en las decisiones que no se toman donde muchas veces no se advierte que al postergar el sujeto se posterga.


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