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 domingo, 29 de julio de 2007  
El cazador oculto: “Vivimos en la ciudad de los Simpson”

Ricardo Luque / Escenario

No sé por qué se armó tanto revuelo con la elección de la ciudad de Springfield. Fue una operación de marketing para posicionar a la película de “Los Simpson” en el mercado. Claro. Una operación de marketing innecesaria. Porque no hace falta hacer ningún relevamiento exhaustivo, ninguna encuesta callejera, ningún estudio ambiental, para darse cuenta de que, aunque cueste aceptarlo, todos vivimos en Springfield. Todos vivimos en una ciudad donde el alcalde promete más de lo que da, la policía prefiere las donas a perseguir criminales, los directores de escuela castigar antes que enseñar. Todos tenemos un vecino insufrible, un amigo perdido por la bebida, una cuñada (o dos) que nos odia. Todos tenemos un trabajo aburrido, un patrón insensible, un compañero alcahuete. Todos, no importa si vivimos en Vermont o en Gato Colorado, cuando termina el día, nos tumbamos a ver la televisión, con el control remoto en la mano y la mente en blanco. No importa si en la pantalla están “Tomy & Daly”, “Bailando por un sueño” o ese presentador de noticias que, aunque se pasa la vida mirándose en el espejo y preguntándose “¿quién es el más lindo del reino?”, se empeña en querer enseñarnos a vivir. Todos, en nuestra pequeña y encantadora Springfield de cada día, tenemos un cura que promete el cielo, un comerciante que vende almas, un tabernero amigable a cambio de una pinta de cerveza. Todos tenemos un enemigo que nos odia con toda su alma, que trabajó con un payaso y que soñamos que termine en la cárcel. Todos, también, tenemos una familia, un padre infantil, lento, torpe; un hijo travieso, salvaje, indomable; una hija brillante, sensible, tierna; una bebé con la que soñamos despiertos, aunque no haga otra cosa que succionar el chupete y mirarnos a los ojos preguntándose por qué somos cómo somos. Todos, gracias al cielo, tenemos una mujer que pone el equilibrio, la razón y también el corazón en cada pequeña cosa que hace. Todos, que a nadie le queden dudas, vivimos en Springfield. Aunque no lo sepamos.
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