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 domingo, 29 de julio de 2007  
El Señor Dinosaurio habló en Rosario de sus descubrimientos
Rubén Carolini halló en El Chocón el carnívoro más grande del mundo

Norberto Puntonet / La Capital

El 25 de julio de 1993 el destino quiso que el mecánico Rubén Carolini se topara en El Chocón con un inmenso hueso fosilizado, que para sorpresa suya y de muchos paleontólogos resultaría ser del dinosaurio carnívoro más grande hallado hasta el momento en todo el planeta. Cómo habrá sido semejante hallazgo que desplazó al famoso tiranosaurus rex de Estados Unidos, la estrella de la famosa película de Steven Spielberg, Jurassic Park.

   Catorce años después de aquel hallazgo Carolini vino a Rosario a dar una serie de charlas sobre su descubrimiento. El célebre paleontólogo autodidacta fue invitado por el Museo Provincial de Ciencias Naturales Angel Gallardo (San Lorenzo 1949), en el marco de la clausura de la muestra “Cuando eran dueños del mundo”, que desde hace más de dos meses cautivó a cerca de 50 mil visitantes. Hoy, a las 17, estará dialogando con quienes se acerquen al museo, y mañana hará lo propio con los docentes a las 9 y las 19.

   —¿Que recuerdos tiene de aquel día de 1993?

   —Era un día muy frío y había salido al desierto como tantas veces. En la pendiente de un profundo cañadón y después de caminar cuatro o cinco kilómetros por ese lugar agreste encontré un pedazo de una vértebra caudal (de la cola) de un dinosaurio carnívoro. Seguí buscando barranca arriba y llegué a un lugar plano donde asomaba lo que parecía un canto rodado, pero cuando comencé a escarbar resultó ser la cabeza de la tibia, la descubrí toda por la parte de arriba, la medí con un alambre que tenía y la tapé de nuevo para volver otro día con más equipo. Precisamente los fósiles estaban enterrados a unos 18 kilómetros de El Chocón y muy cerca del lago Ezequiel Ramos Mexía.

   —¿Cuándo se enteró de que el animal que había encontrado era el dinosaurio carnívoro más grande del mundo?

   —Esa misma noche. Cuando medí el alambre y vi que llegaba a 1,10 metro casi me muero de la emoción. Busqué en un libro la reproducción a escala del tiranosaurio rex y medí la tibia con un calibre, hice unos cálculos y ahí me aseguré. Mi hueso era 30 centímetros más largo que el de aquel dinosaurio. Le dije a mi mujer: flaca, acabo de encontrar al dinosaurio carnívoro más grande del mundo. «Sí, muy lindo, pero te olvidaste que ayer cumplimos años de casados», me contestó.

—¿Cuánto tiempo tardó la ciencia en reconocer su descubrimiento?

   —Más o menos dos años. Después del hallazgo llamé a un paleontólogo amigo, quien me enseñó muchas cosas, y con un equipo de los museos Carmen Funes de Plaza Huincul, y de Ciencias Naturales de la Universidad Nacional del Comahue terminamos de extraerlo del desierto. Se lo llevaron para limpiar los huesos y estudiarlos, pero yo ya sabía que era el más grande del mundo.

   —¿En la actualidad sigue buscando dinosaurios?

   — No tengo mucho tiempo ahora para eso porque me hago diálisis cada tres días en Neuquén desde hace siete años. Me estoy quedando sin riñones y estoy en lista de espera, pero es muy difícil conseguir el órgano. Ojalá que aparezca pronto así puedo seguir buscando fósiles.

   Según se pudo comprobar posteriormente al descubrimiento de Carolini, del dinosaurio se encontró más del 70 por ciento de sus huesos. El giganotosaurus habitó esta parte del planeta hace entre 95 y 105 millones de años, en el Cretácico Medio de la era Mesozoica. Medía cerca de 15 metros de largo (desde el hocico hasta la punta de la cola), el alto de su cadera era de 4,60 metros y la cabeza medía casi dos metros. Su peso era cercano a las 10 toneladas y sus 64 dientes aserrados tenían entre 15 y 21 centímetros de largo y eran curvos. El dinosaurio que halló Carolini también supera al último carnívoro hallado en la Patagonia: el mapusaurus roseae.

   Carolini tiene 63 años y vive con su esposa Graciela y su hija Roxana en la Patagonia. Su otra hija, Lorena, estudia odontología en Rosario. El dejó su Oncativo natal hace más de 30 años para radicarse en El Chocón y trabajar en la construcción de la presa Chocón-Cerro Colorado. Una vez terminada la obra decidió que ese era su lugar en el mundo. Su pasión es la búsqueda de huellas y vestigios del remoto pasado. Es por eso que su curiosidad lo llevó a explorar como nadie cada centímetro del desierto patagónico cercano a su querida villa, lo que lo obligó a dejar los fierros de lado y ser director del Museo Paleontológico de El Chocón, donde convive con sus amigos, los dinosaurios.


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