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domingo,
22 de
julio de
2007 |
[Nota de tapa] - Por el arte
Los nuevos desafíos de la estética
Rosa María Ravera dedicó su obra crítica a la reflexión sobre los problemas del arte. El Museo Diario La Capital prepara un homenaje para celebrar su trayectoria
Sara D'Angelo
Rosa María Ravera es conocida en el país y en el mundo por su amplia trayectoria en el campo de la semiótica, la estética, la filosofía y las artes visuales. A mediados de los años 70 decidió dejar la práctica artística para dedicarse a la producción teórica, que ha desarrollado a través de una intensa experiencia en la docencia y la investigación universitaria. Una trayectoria valiosa por su propia obra y por las obras a las que dio lugar, y que el próximo viernes será motivo de celebración y homenaje en el Museo Diario La Capital.
Graduada en Filosofía y en Bellas Artes por la Universidad Nacional de Rosario (UNR), Ravera fue durante muchos años profesora titular de las cátedras de Estética de la UNR, de la Universidad Nacional de Buenos Aires (UBA) y de la Universidad Nacional de La Plata. Actualmente se desempeña como profesora honoraria de la Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo de la UBA y como miembro de número de la Academia Nacional de Bellas Artes, institución que presidió entre 2001 y 2006.
Recién llegada del II Congreso Internacional Extraordinario de Filosofía de San Juan, Ravera se explaya sobre la dialéctica entre arte y política, la relación entre ética y estética y la singularidad del boom artístico rosarino, entre otras temas.
—La filosofía y la semiótica son las principales áreas en las que usted trabaja. ¿Cuáles considera sus aportes más significativos en estos campos?
—Ante el impasse que hoy parece reinar en los estudios sobre estética, entiendo que la estética como estudio filosófico debe activar nuevas interrelaciones. Filosofía y semiótica hoy producen beneficios mutuos. Me limito a destacar lo siguiente: se debe dejar de lado una de las principales consecuencias de la modernidad, la consideración de la obra de arte definida por la belleza, concretada en un objeto autónomo y específico, “en sí”. Esto no va más. Una obra no puede ser separada de otras obras en un continuum significativo que implica la relación con el contexto personal, social, histórico, teniendo la semiótica a disposición una noción clave, la de texto. Entonces, hay texto en contexto intra y extratextual, situacional. La serie de cuadraditos de chocolate que ha presentado en alguna oportunidad Joseph Beuys, tiene sentido en la medida en que se vincula el chocolate con los soldados norteamericanos que por ese medio, esa dádiva, podían obtener, a cambio, incluso a una chica. La presentación de Beuys, entonces, no se vincula con la belleza —tal relación el arte contemporáneo por lo general la descarta—, pero sí con el sentido, sentido contextual, el único que cuenta. Y así en más. En mis estudios recientes he investigado los aportes de Umberto Eco y otro filósofo italiano, Emilio Garroni, en renovadas indagaciones en torno a la imagen-esquema de la crítica del juicio kantiana. Reflexionando sobre esas ideas pude darme cuenta de la génesis del proceso inventivo, a través de una articulación primera e inicial de lo que es imagen y concepto, esto es, lo sensible y lo lingüístico. Y como estas dos temáticas, muchas otras que hoy deben ser consideradas.
—¿Cuáles fueron las problemáticas que generaron mayores y más ricos debates en el Congreso de Filosofía de San Juan?
—De alguna manera fue notabilísimo. Hubo cinco mil inscriptos y decenas de personalidades conocidas y de excelente trayectoria. Los aportes en tal sentido fueron numerosísimos. Acudieron gran número de personas, estudiantes de países latinoamericanos y gran cantidad de filósofos y pensadores. Se pudo escuchar a Félix Duque, de España; Agnes Heller, de Hungría; Evandro Hagáis, de Italia, y Marilena Chauí, filósofa brasileña muy importante no sólo por la obra intelectual sino por la trascendencia de su acción democrática, por haber sido coordinadora del PT de Lula. Llegado especialmente de Roma, Mario Perinola fue convocado a participar en una mesa redonda sobre el futuro de la esteticidad, cuya organización tuve a mi cargo, compartiendo el encuentro con Lucrecia Escudero, semiótica rosarina que trabaja en Francia, Miguel Angel de Barrenechea, de Brasil, y Amparo Vega, de Colombia. Se trata sólo de brevísimas referencias, totalmente insuficientes para describir lo que fue este congreso de Filosofía, el tercero realizado en Argentina, teniendo presente que el primero se hizo en Mendoza, en 1949, clausurado por Juan Domingo Perón; éste fue clausurado por Cristina Kirchner, en tanto que el Primer Congreso Extraordinario Internacional, realizado en 1987 con el aporte de Eduardo Rabossi, de alguna manera estuvo sellado por el radicalismo de la apertura democrática. Filosofía y política, por lo visto.
—Comparada con otras ciudades argentinas, Rosario cuenta con una gran producción cultural. ¿A qué lo atribuye? ¿Cómo se ve el panorama local desde afuera?
—Como usted dice, Rosario ostenta un desborde cultural notabilísimo que alaba el país entero y en especial Buenos Aires. Hay varias causas concomitantes que explican esto. Rosario tuvo en otra época fama de ciudad fenicia, indiferente a la cultura y no indiferente a otras cosas. Era la Chicago argentina. En realidad tuvo siempre grandes personalidades que dieron un fenomenal aporte. Sólo dos o tres nombres y siempre en referencias a la plástica: Lucio Fontana, que elabora en nuestro país su “Manifiesto Blanco”, Antonio Berni, el artista más importante del siglo XX, sus compañeros en la Mutual, entre ellos Leónidas Gambartes, el grupo Litoral posterior, y hoy una serie de nuevos aportes vinculados por un lado al Museo Castagnino y a su director, Fernando Farina, y por otro a artistas sin vínculos con ese polo, artistas que siempre son más de uno.
—A partir de 2001, ¿hay un auge en las creaciones artísticas populares? ¿Qué entiende por arte piquetero?╠
—Seguramente hay en los últimos años una explosión de creatividad popular. Lo que puedo entender por arte piquetero son realizaciones que aprovechan el cartón, obvio, los residuos, lo que se encuentra en la calle, en la basura. ¿Había que llegar hasta los piqueteros para comprender que el arte no se hace solo de oro y de plata sino de barro y de material de descarte que adquieren una configuración diversa? ¿Qué hizo acaso Berni que andaba por los basurales, anticipo genial de eso que hoy puede ser practicado por gente que no es considerada artista, pero sí puede hacer arte? Arte que produce formas diferentes, que selecciona, asocia lo heterogéneo y lo disímil, para introducir un nuevo sentido, donando otra visibilidad. El arte es eso, hacer emerger imagen, en cualquier situación y con cualquier material.╠
—¿Cuál es para usted la relación entre la ética y estética? ¿Qué lugar ocupa la estética en el arte contemporáneo, y cuáles son los planteos que en estos últimos años han sobrevivido?
—Ética y estética han estado siempre implicadas pero se diferencian. La ética requiere nuestra consciencia, un operar de respeto, de responsabilidad con nosotros mismos con relación a los otros y a la sociedad. No ya la moral de “buenas costumbres”, que no se sabe ya qué son a esta altura, sino respeto, ésa es la palabra. La estética tiene que ver con otra cosa, en la que pueden sobresalir locos, alienados, gente mala y traficantes. Si no lo son, mejor, tanto mejor. La estética en el arte contemporáneo importa más de lo que se cree, bien entendido, una estética que no se limita al concepto de “obra de arte” según la definición de la belleza. Hoy la estética se ha transformado y uno de sus mayores aportes contemporáneos es la estetización de la vida y de la sociedad entera. Hay una esteticidad difusa, presente en todo lo que nos rodea y que ha adquirido una dimensión socioantropológica, no exclusivamente artística. El problema ahora es también aceptar lo estético como obra y redefinirlo. Entre los planteos estéticos que hoy han sobrevivido, el aporte de Heidegger está siempre, como el de Derrida, como el de ese gran filósofo que es Deleuze, entre otros, sin olvidar los aportes del psicoanálisis, de Freud y de Lacan.
—¿Cuál es la función que deben cumplir los intelectuales frente a un modelo económico excluyente de vastos sectores sociales?
—Hay sin duda modelos económicos -éste no es el único- que excluyen del sistema a sectores no privilegiados. Entre otros factores que predeterminan las condiciones de vida y de existencia, así como de reconocimiento social, está la incidencia mediática. Hoy es determinante. De ahí la responsabilidad de los medios, éste es un problema conocido. La función de los intelectuales en nuestro mundo contemporáneo y en nuestra Argentina no tiene, a mi juicio, el espacio y la valoración que les corresponde, y uno de los motivos es también la focalización mediática determinada sin más por el éxito, como fenómeno de visibilidad inmediata, directa, muchas veces sin los argumentos y la razonabilidad que se desentienden de las apariencias o que, por lo menos, no les dan importancia esencial y definitiva.
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Definiciones. "La consideración de la obra de arte definida por la beleza, concretada en un objeto autónomo y específico, no va más", dice Ravera.
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