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 domingo, 22 de julio de 2007  
"Los amigos son una de mis riquezas"

Silvia Carafa / La Capital

“En líneas generales, creo que la amistad es una de las pocas riquezas legítimas que uno puede tener”, definió el Negro Fontanarrosa en septiembre de 2006, cuando el programa Los Notables (LT8) se trasladó hasta su casa para hacer la transmisión desde allí y sorprenderlo con llamadas de sus amigos. Del encuentro también participó La Capital, que fue testigo de diálogos memorables entre el humorista y su círculo de compinches.

   Durante el programa, Crist, Angel Tulio Zof, Marcos Mundstock (de Les Luthiers), Caloi, Santiago Abreu y Luis Etcheverry, entre otros, fueron desgranando anécdotas de un pasado remoto o cercano con tanta frescura y afecto que el Negro tuvo que aclarar: “La amistad es la única riqueza genuina”.

   Aseguró entonces que tenía una estrategia para llevar a la práctica su convicción. “Siempre traté de transmitirle a mi hijo Franco el sentido de la amistad que me dio mi viejo, un hombre de básquet, ligado al Club Huracán de la calle Paraguay, y a todos los clubes de básquet de esa zona”, argumentó.

   Y entre satisfacciones y llamados, aquel 9 de septiembre buscó una razón para fundamentar la amistad que daba y recibía. “Debe ser por la misma cultura del deporte, que hizo un tesoro de la cosa amistosa, de los compañeros y de los amigos”, explicó. Y dijo que un ritual de fierro, inalterable, era “encontrarse con los amigos, ir al bar con los muchachos a la tardecita, hablar del presente y del pasado. Qué querés que te diga, ahí me gusta el ocio no creativo”, remarcó.

   “Acordáte que el viernes tenemos que encontrarnos en lo de Caloi, van a ir todos los muchachos”, le dijo el Negro en aquel programa a Crist, quien lo estaba saludando desde Córdoba. “Sí, ya quedamos con Caloi, que estuvo de vista por acá. Además me voy a bañar para ir, viste como es el viejo Caloi”, terció Crist y el diálogo terminó en risa franca.



La despedida. El viernes, cuando el Negro ya había dejado este mundo, Caloi reflotó la humorada de cuando le asignó un millón de amigos como Roberto Carlos. Y Jean Pierre Noher asimiló haber llegado tarde a esa última despedida a uno de los cuentos de Fontanarrosa. Todos coincidieron en algo, el Negro brillaba por su humildad y su genio.

   “Para él, el placer más grande era estar con los amigos, y tenía mil maneras de hacerte sentir imprescindible”, dijo Crist. Caloi, por su parte, recordó que “para darle una mano”, cuando el Negro apareció con esa rara enfermedad se volcó a cosas que no conocía. “Empecé a leer medicina alternativa para ver quién tenía una solución”, reveló el padre de Clemente.

   Ese día, en su sepelio, afinando un poco el oído, tal vez se pudo escuchar al Nano Serrat, dirigiéndose a la barra, para entonar Las Malas Compañías. “Mis amigos son gente cumplidora, que acuden cuando saben que yo espero, si les roza la muerte disimulan, que pa´ellos la amistad es lo primero”. l
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