Año CXXXVII Nº 49541
La Ciudad
Política
Información Gral
El Mundo
Opinión
La Región
Policiales
Cartas de lectores



suplementos
Ovación
Turismo
Mujer
Economía
Escenario
Señales


suplementos
ediciones anteriores
Turismo 15/07
Mujer 15/07
Economía 15/07
Señales 15/07
Educación 14/07
Estilo 07/07
Salud 27/06
Página Solidaria 27/06

contacto
servicios
Institucional



 domingo, 22 de julio de 2007  
Fútbol y Rosario: el ADN de Fontanarrosa

El fútbol y Rosario. Y también los relatos sobre fútbol. Porque, según dijo, “si Spielberg hace alguna vez la historia de mi vida, la música de fondo van a ser las transmisiones deportivas”. En esa conjunción parece encontrarse mucho del ADN de Fontanarrosa. Dos de sus mejores cuentos, “19 de diciembre de 1971” y “La observación de los pájaros”, tienen que ver con el fútbol. Se despliegan desde un mismo punto de vista: Fontanarrosa escribe desde el lugar del hincha. Y los dos se refieren al clásico entre Newell”s y Rosario Central.

   En “La observación...” relata el padecimiento de un fanático que decidió no ir a la cancha ni escuchar la radio. Pero cuando pretende no enterarse de nada relacionado con el partido, cada sonido y cada cosa que ocurre se transforman en signos que aluden al encuentro. En “19 de diciembre de 1971” remite al día que jugaron Central y Newell”s en la cancha de River por una semifinal del campeonato nacional, el partido de la palomita de Poy, y hace eje en las cábalas, llevada a la exasperación con un anciano, “privilegiado del destino”, que nunca vio perder a Central con Newells.

   “Estar en Rosario es un problema de convicción y de elección”, dijo cuando lo declararon ciudadano ilustre. La presencia de la ciudad se hizo más fuerte en sus libros con el paso del tiempo. En “Tío Enrique” se asoció con resonancias autobiográficas. “Ese cuento es una mezcla donde hay referencias ciertas —dijo—: nací en Corrientes y Catamarca, veía bajar el hidroavión y tenía un tío Enrique, con un Ford T, y que andaba armado porque era un tipo de campo. Lo demás es la fantasía de lo que a uno le hubiera gustado ver. Un puerto del que se habla mucho pero que nunca tuvo demasiada magia, al menos no recuerdo grandes barcos ni nada por el estilo. Me divirtió crear un Rosario irreal”.

   Otro registro en ese sentido es “El día que cerraron El Cairo”. Y en “Inodoro Pereyra” hizo guiños sobre personajes y sucesos locales. En “El calificador de parrilladas”, Inodoro recibe la visita de Pedro García. Un homónimo del vocero de la Liga de la Decencia, conocida por sus cruzadas moralizadoras en los 70. No es una coincidencia sino una burla: el personaje le pide a Pereyra que de vuelta el cuarto trasero que tiene al fuego. “Me parece que no es un asado apto para todo público”, dice el censor.

   En “El rey de la milonga” la presencia de Rosario es aún más marcada, a través de alusiones a lugares y personajes y en la ambientación misma de las historias. Pero tampoco hay que exagerar en la búsqueda de referencias: no sea cosa que pase como con el japonés que se enoja (en “El especialista o la verdad sobre «El Aleph»”). l
enviar nota por e-mail
contacto
Búsqueda avanzada Archivo


Notas Relacionadas
Un mural canalla para evocar a Fontanarrosa




  La Capital Copyright 2003 | Todos los derechos reservados