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 domingo, 17 de junio de 2007  
[Lecturas]
Vida de un excéntrico

Jorge Boccanera

Biografía

Barón Biza, de Christian Ferrer. Sudamericana, Buenos Aires, 2007, 277 páginas, $ 29.

Destreza en el manejo expresivo y un lenguaje que se mueve al ritmo del personaje son las herramientas con las que Christian Ferrer ha podido ceñir una existencia desmesurada en su libro sobre Raúl Barón Biza, empresario, dandy, político y escritor, acusado de “pornógrafo” por sus libros.

En la historia de vida de Barón Biza sortea Ferrer el desafío de escribir una novela con un personaje de novela. A la vez que informa, el libro traza el relato de lo sucedido con un fraseo reflexivo que hace comentarios al margen y formula preguntas cerca del oído del lector.

El hombre que nace en Córdoba en 1899 y se suicida en 1964 tras una brutal agresión a su esposa —le arroja ácido a la cara— encarnó numerosos roles que a ratos parecen entrechocarse. Lo contradictorio surge de un Barón Biza izquierdista y millonario, enigmático y exhibicionista, escéptico y militante político, romántico y misógino.

Aunque en el libro habla de “una vida sin dirección”, Ferrer se inclina por uno de esos roles: “Me tienta decir que siempre fue escritor, aunque no estuviera relacionado a ningún círculo literario, ni consiguiera respetabilidad en ese terreno, ni publicara de continuo”.

A pesar de tildar a su lenguaje de “empalagoso y caduco”, Ferrer sostiene que como escritor está por encima de muchos celebrados ayer y hoy, y que si bien el estilo es algo anacrónico, “no carece de frases poderosas. El quería gritar una verdad negada a los cuatro vientos. Esa verdad concernía al sexo, que consideraba centro de gravedad de la existencia”.

Esa literatura tocaba centros neurálgicos porque “atañía a los poderes de la economía y la política en los años 30 y 40. Por lo tanto, literatura de denuncia: de la trata de blancas, de la corrupción de las clases dirigentes argentinas, de las camisas de fuerza impuestas a hombres y mujeres, del moralismo resentido. En eso reside su valor”.

Respecto al Barón Biza transgresor, “editó sus primeras letras muy joven y se quitó la vida habiendo publicado su tercera y última novela un año antes. La opinión pública le atribuyó el mote de pornógrafo, por cierto un título nobiliario de la literatura que pocos reclaman, pocos han merecido, y que hoy se entrega únicamente a directores de películas supuestamente osadas”.

Los escándalos literarios vinieron de la mano de sus libros “El derecho de matar” (1933), “Punto final” (1943) y “Todo estaba sucio (1963). Tres novelas a las que Ferrer considera realistas: “Lo que le concernía era poner en locución pública la cuestión del sexo: su potencia ineludible y el retorcimiento del mismo causado por la censura y la mojigatería”.

Sobre qué personajes argentinos integrarían la categoría de “pornógrafos”, Ferrer responde preguntando: “¿Cambaceres? ¿Los letristas del tango reo? ¿Los promotores anarquistas del amor libre? ¿Enrique Medina? ¿Alberto Migré, en clave de bolero? ¿Los compositores de cumbia villera? ¿Bioy Casares documentando la aversión enfática y sarcástica de Borges hacia el sexo?”.

Hay un Barón Biza nunca saciado, aunque sus libros agotaran ediciones y el lector común los leyera en forma soterrada. “Un autor del que pocos hablaban —acota Ferrer— y de libros disimulados en las bibliotecas”.

Apoyado en una exhaustiva investigación, Ferrer es contundente: esos libros “quemaban”: “Se los leía como se leería el relato de un viaje al país de los tabúes. No sorprende que hayan quedado tan pocos: se los pasaba de mano en mano, se los eliminaba de la biblioteca personal”.

“Barón Biza”, con la rúbrica en portada de “El secreto mejor guardado de la historia argentina”, resume pasajes importantes de la historia argentina, sobre todo los relacionados con la Unión Cívica Radical (UCR) y su líder Hipólito Yrigoyen, a quienes un grupo de militares y civiles correligionarios —Barón Biza entre ellos— defienden en 1930 del golpismo del general José Félix Uriburu.
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