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 domingo, 17 de junio de 2007  
Fingen la muerte de una mujer para esquivar una deuda

Ariel Etcheverry / La Capital

“El regreso de los muertos vivos”, la famosa película de terror y ciencia ficción, parece haber tomado algunos indicios de realidad en Rosario. Sólo que aquí no apareció un ejército de zombies deseosos de devorar cerebros humanos. Todo parece ser el ingenioso ardid de una persona que habría intentado evadir las abultadas deudas que mantenía. Un acreedor que le reclamaba más de 20 mil pesos a una mujer descubrió que la deudora fingió su muerte a través de un aviso fúnebre en el diario.

   La insólita maniobra, con la que los allegados a la deudora lograron sortear los sistemas de control de publicación de este diario (el aviso fue solicitado por un familiar directo de la mujer con aparente documentación falsificada), se cayó por su propio peso. El denunciante o damnificado comprobó atónito que el mismo día de su fallecimiento había llevado ella misma los hijos a la escuela Integral de Fisherton.

   La frutilla del postre fue una llamada que recibió ayer por la mañana: “Dejate de joder con lo del aviso, no hagas más averiguaciones que vamos a arreglar”, le anunció una voz masculina.

   El protagonista de esta historia es un comerciante de 51 años, vendedor de insumos industriales, que mantenía una relación comercial desde diciembre con Marisa Muro, una mujer que vive en Fisherton. Hasta ayer no había radicado una denuncia penal contra la mujer, cuyo nombre y foto aparecieron el jueves 14 de junio en la sección de Avisos Fúnebres en un aviso que daba cuenta de su paso al más allá.

   La relación entre ambos se trabó en diciembre y hasta hace 20 días no hubo nada ingrato. “Hacíamos negocios financieros, me prestaba y yo le prestaba cheques, pero hace poco me acostó con 23 mil pesos y ahí empezaron los problemas. Primero me presentó dos cheques de 11 mil pesos cada uno, pero a simple vista se veían que eran truchos, así que se los rechacé. Entonces propuso entregarme un automóvil con todos los papeles en regla. Ahí acepté, pero enseguida empezó con vueltas”, contó el damnificado.

   Según su relato, y luego de muchas marchas y contramarchas, quedaron en encontrarse en el bar de la estación de servicio de Donado y Eva Perón. La mujer nunca apareció. “Ante esa situación, decidí llamar por teléfono a su padre que, según me dijeron vive en Marcos Juárez, Córdoba. Eso ocurrió poco antes de las ocho de la noche. Me dijo que no me preocupara que hablaría con la hija y que iba a tener novedades al día siguiente”, rememoró el damnificado.

    Pero la sorpresa más grande asomó cuando el comerciante leyó en la edición del jueves en el diario que la deudora había muerto, “Marisa Muro. Falleció el 13/6. Sus hijos Facundo y Julieta. Su marido Walter y sus padres, que jamás la olvidarán”, rezaba el aviso fúnebre. “Mi primera reacción fue llamar al celular de Marisa. Atendió Carlos Zapata, quien trabajaba con ella. El tipo contó que a Marisa la habían matado de tres tiros en Buenos Aires en un asalto y que tenía un sobre con los papeles de un auto y tres mil pesos para mí”, agregó la víctima.


Estaba de parranda
 Pero ese mismo día y al siguiente, el denunciante obtuvo un dato revelador de un amigo, cuyos hijos asisten a la Integral de Fisherton y son compañeros de los hijos de Marisa Muro. “Me di cuenta de que era una farsa. La vieron esta semana cuando llevaba a los chicos a la escuela. Insistí por teléfono y dejaron de atender. Ayer (por el viernes) insistí. Primero marqué desde mi aparato. Como no atendían, me fui a un locutorio. Ahí sí atendió ella. Cuando dijo «Hola» le reconocí la voz. Le dije: «Marisa hasta cuándo van a seguir con esta locura» y me cortó”.

   El comerciante sostuvo que ayer volvió a recibir un llamado teléfono en el que Carlos Zapata le ofreció saldar la deuda en los próximos días. El acreedor sólo espera que un ser vivo le pague lo adeudado.


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Un destino que todavía debe esperar para Marisa Muro.

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